Por. Patricia Betaza
Los protagonistas no son los jefes de cárteles, ni los que venden droga, ni las fuerzas que los combaten. Los protagonistas son los habitantes, las mujeres, los maestros, los niñas, los niños, los ancianos, los que van a los sembradíos por la goma de opio, el policía de la comunidad que saluda siempre con cortesía a los jefes reales. Los protagonistas son la impunidad, la normalización, las balas, los muertos y el miedo, bueno, el terror. Son los pueblecitos perdidos entre la sierra y la pobreza que viven acostumbrados a las fumigaciones desde las aeronaves del Ejército para tratar de destruir los cultivos de amapola; a los que se les desapareció de repente un amigo, un familiar, un vecino. Son esos pueblecitos donde las niñas saben que en cualquier momento pueden ser raptadas por los mafiosos y de los niños que pronto aprenderán a disparar un arma y a revisar que la droga esté en perfectas condiciones. Son las pequeñas comunidades de grandes territorios en este México que no se cansa de los balazos; pueblos que, por desgracia, no alcanzan la cobertura mediática porque es el día a día, es la normalidad de vivir en ese México violentado por el narcotráfico; de este país cuyos abrazos resultan patéticos. Este México queda absolutamente plasmado en la película Noche de Fuego de Tatiana Huezo. Las niñas son quienes narran las desgracias de vivir en un pueblo atrapado por el narcotráfico en la sierra de Guerrero. Para ello tienen que cortarse el cabello y vestirse como niños para tratar de pasar inadvertidas en ese submundo donde no se sabe bien a bien quién es quién, en el que cuando se pregunta si alguien fue asesinado, mejor baja la mirada. Esos lugares olvidados de planes de bienestar y seguridad, del familiar que se fue a buscar el sueño americano y ya no responde el celular, pero no de quienes los necesitan para seguir cultivando droga. Noche de Fuego fue de las películas ovacionadas de pie ampliamente en el Festival de Cannes de este año. También competirá en la categoría de Mejor película internacional en los premios Oscar de 2022. Noche de Fuego está en Netflix. Estrujante, imperdible porque dibuja cómo los abrazos simplemente no sirven.