Carlos Arturo Baños Lemoine.
Murió hoy, en Ibiza, España, don Antonio Escohotado. Murió de cáncer, a los 80 años de edad. Hoy se apagó el cuerpo de una de las mentes más brillantes y lúcidas, a nivel mundial, de los siglos XX y XXI.
Español de origen y liberal de profunda convicción. Crítico de todo, como corresponde a los verdaderos intelectuales. Y tan crítico de los críticos que no dejó títere con cabeza e incomodó a casi todo el mundo. Su pluma flamígera siempre estuvo dispuesta a destrozar la imbecilidad humana, que es mucha, como todos bien sabemos.
Después de su paseo juvenil por el comunismo, hizo lo que todo buen pensador debe hacer con el comunismo: vomitarlo y cagarlo; echarlo al bote de la basura. Como bien lo expuso don Antonio: el comunismo resulta muy atractivo por su rebeldía política, casi poética, ante la pobreza y la explotación, pero resulta abominable por su dogmatismo y su totalitarismo que, finalmente, tampoco han acabado ni con la pobreza ni con la explotación. La historia concreta da cuenta de todo esto.
Su visión histórica sobre el comunismo es de consulta obligada para los que gusten del debate de las ideas; una visión seriamente sustentada en la lógica y en la evidencia empírica.
Y, como buen liberal, fue enemigo del comunismo y de todo aquello que ponga límites a la libertad auténtica y legítima de los seres humanos. Don Antonio nos enseñó que el anarquismo es un liberalismo en permanente proceso de revisión y de mejora. Por ello, fue un firme defensor de la despenalización total del mercado de las drogas, de la eutanasia, y de toda forma voluntaria y adulta de actividad sexual, entre otras cosas.
Como buen liberal, don Antonio insistía en que el gobierno (el que sea) es un mal hasta hoy inevitable, y que la cosa siempre irá mal cuando podridos políticos y burócratas se sientan con el derecho de decidirlo todo por nosotros.
Fue muy crítico de las farsas democráticas, ésas que se sustentan en el voto del hambre, del resentimiento y de la ignorancia: Hitler fue electo por el pueblo alemán, por ejemplo, y allí están las consecuencias. Piensen lo mismo con respecto a todos los dictadores latinoamericanos, desde Hugo Chávez hasta Andrés Manuel López Obrador, que se han encaramado en el poder gubernamental comprando con pan el voto de las masas hambrientas mientras, por otro lado, manipulan sus miserias emocionales.
Don Antonio no se cansó de recordarnos que la democracia moderna surge al calor de la Ilustración y, por tanto, toda democracia termina en dictadura masificada o en oclocracia cuando los ciudadanos carecen de cultura, de racionalidad, de espíritu realista y de sentido de la responsabilidad.
Enemigo contumaz fue del “Estado de Bienestar”: esa pocilga hiper-burocrática que se dedica a crear parásitos al por mayor, es decir, masas que esperan que el Estado les resuelva la vida sólo por existir, sólo porque sí. Y no, hay que decirlo sin ambages: nadie tiene derecho a ser un parásito social. Al contrario: todos tenemos el deber de pagar nuestras propias facturas.
En fin, mucho es lo que podríamos decir de don Antonio Escohotado, de verdad un intelectual ejemplar. Pero mejor les recomiendo que lo lean, que se acerquen a su obra, que disfruten sus entrevistas…
Yo estoy convencido de que, hoy, este mundo ha perdido a uno de sus grandes baluartes intelectuales, justo ahora que debemos lidiar, todos los días, con tanta pendejez.
¡Murió don Antonio Escohotado… me quito el sombrero!
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