La servidumbre electoral en el presupuesto. Sheibaum va a desaparecer el neoliberalismo, dijo

Jorge Miguel Ramírez Pérez

Jorge Miguel Ramírez Pérez.

Se dice que las elecciones son la opción que tienen los que carecen de todo para desquitarse de los que tienen algo. Es una verdad parcial, y cuando una verdad es parcial, es mentira; pero se aplica para que los partidos de izquierda o los llamados partidos de la movilización, se puedan hacer del poder sin aportar nada, únicamente envenenando lo que Emile Durkheim entendía como el terreno de la la acción social.

Es inmoral centrarse en el discurso de odio, desde Hitler el mas famoso, hasta Pol Pôt pasando por Bin Laden, muchos lo practican y les ha dado al principio, resultados estupendos; porque estructuran una masa oscurecida mediante esos sentimientos concentrados en culpar a una parte de la población de lo que sucede.

Aquí el gobierno culpa a los neoliberales, pero no define con exactitud quienes son, no saben a bien, es una palabra que usan en Venezuela y gente como George Soros, solo se puede decir que con eso, señalan a los políticos del pasado y no a todos porque los principales del gabinete y destacados seguidores, eran eso: Ebrad, Gertz, Bartlet, Clouthier, o Polevnsky, que fue hasta dirigente de industriales, antes de ser antineoliberal; otros como Sheibaum y Ackerman, si declaraban ser comunistas, ateos, y prosoviéticos en su momento, incluso siguen con las relaciones de esas épocas. Por cierto, el lector podrá analizar esos apellidos, que no son del pueblo, para nada.

Los izquierdistas son cambiantes, erráticos, y se amparan en su propia interpretación de la “democracia”, dicen que la verdadera democracia es cuando todo mundo está en iguales condiciones sociales y económicas, es decir, cuando todos están en condiciones de pobreza sin esperanza, como en Cuba, esa isla maravillosa que tienen sus autoridades secuestrada; convertida en un muladar urbano. Estoy seguro que la mayor parte del gabinete se hace bolas en explicar su propia definición de democracia, o dirán lo que les enseñaron en la primaria que la democracia es la de Pericles.

Pero para que enredarse con argumentos analíticos, deben decir los del gobierno. Si lo que se busca es fincar en primer lugar el voto de Morena mediante el rencor social y en segundo lugar en presupuestar como lo acaba de hacer ayer, con una mayoría morenista y de aliados, sin cambiar una coma, la instrucción del ejecutivo que demuestra que, la división de poderes es de carcajada.

Para el gobierno ya se coció la grilla, están listas las nóminas electorales que tienen varios nombres: sembrando vida, jóvenes con futuro, adultos mayores, etc.

Por eso los demagogos, -ahora se les dice populistas- insisten atacar a las clases medias, a los empresarios medios y pequeños, a los agricultores, profesionales destacados y comerciantes, porque amarran navajas, diciéndole a la gente de abajo que estos son los ricos, y mienten, porque los verdaderos ricos, los magnates, lo que llaman los izquierdistas, la alta burguesía, son objeto de pleitesía de parte de las burocracias populistas.

Por eso, López Obrador, todo un conspicuo representante de la izquierda latinoamericana, se desvive en quedar bien con los oligarcas: los invitó a formar un consejo asesor de mentiras, pero de relumbrón, o en beneficiar a sus patrones como a Carlos Slim a quien públicamente le otorgó unilateralmente, sin mediar consulta que, según él, es un mecanismo indispensable en la democracia, sin tener ni siquiera un escueto informe sobre los resultados de la concesión de TELMEX. Pero lo mismo hacían los soviéticos con el ricachón Armand Hammer, porque siempre atrás de la tiranía del pueblo, por medio del pueblo y para el pueblo, está un magnate, ejemplos hay muchos.

Entonces como los grandes capitalistas están mas que asegurados con las tiranías comunistas sean “científicas” o populacheras como las de América Latina y México, en particular. El “enemigo a vencer es la clase media” es la clase a la que hay que arrimarle los fregadazos, porque son los que la turba conoce, y son a quienes envidian los políticos demagógicos desde que tienen como objeto vital, llegar al poder para desahogarse de sus resentimientos y carencias, de su vida de frustraciones. Y hacen un llamado al rencor y al odio sea nacional, o local, contra todo aquél que se destaca un poco o tiene un poquito más.

Esa es la neta, no hay otra verdad coincidente que motive la amargura de los empoderados por asimilación intensa de enconos sociales.

Así era Carlos Marx, un sujeto que se embriagaba cotidianamente en los burdeles, pero detestaba que otros tuvieran dinero para seguirlo gastando, a Marx no le importaba que algunas de sus hijas murieran de hambre. Odiaba y envidiaba que otros gastaran más que él, en el vicio. Bajos, muy bajos instintos del “filósofo del odio social moderno”.

Y por eso Obrador es un ferviente creyente de que sus partidarios deben ser clonados en su forma de ver las cosas, es decir concentrados en crecer la envidia en sus corazones, como eje de coincidencias políticas, y adopta el credo del miserable que, aunque tenga a la mano lo que quiere, no se lo deja tener a nadie más.

Obrador ahora usa trajes Ermengildo Zegna de 5 mil dólares, camisas y corbatas que no usaba, por aparentar falsas austeridades. Sus hijos traen como empleados articuladores de los negocios en el gobierno, a forzados yuppies con zapato de marca europea, pero sin calcetines, una moda ya vieja desde que se filmara A Plein Soleil, de eso ya hace muchas décadas.

Pero una vez lograda la empatía de la envidia como ideología cohesionadora, Obrador en su estrategia, ya cuenta con el dinero para sus fines, porque ya no tenía fondos que apoderarse; y con su base de seguidores que recogió de la tradición priísta de servidumbre electoral, se prepara para la imposición de su sucesión.

Pero obvio, hay quienes despiertan a una realidad donde impera el caos, las órdenes y las contraórdenes y saben que ese estilo pelafustán, no lleva a nada bueno. Los mismos colaboradores cercanos lo saben y apuestan a que se debilite el padrino de la Sheibaum. Por cierto, dijo en estos días, que ella no va a dejar ni rastro del neoliberalismo, allí está la declaración calientita todavía.

No se que quiso decir con ello, pero me imagino que declaró que, no va a quedar ni huella de la economía de mercado, así de grave e iluso, porque ningún dirigente de este mundo, puede prescindir del modelo capitalista y mientras mas lejos esté de su operatividad, más injustamente hará transitar a su pueblo en sus necesidades. Ni hablar no cabe duda que deben pensar dos veces hasta los corifeos de Obrador, si le siguen o no, el juego al mesías, con las ansias de poder de la señora.

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