Carlos Arturo Baños Lemoine.
Noticia relevante de la semana pasada fue la de los enfrentamientos entre policías y feministas, porque los uniformados están tratando de evitar que las feministas ejerzan el ambulantaje dentro de las instalaciones del Metro.
El actual Director del Metro, Guillermo Calderón, simple y llanamente hizo valer la normatividad vigente: no se puede ejercer el comercio ambulante dentro de las instalaciones del Metro, que son instalaciones de alta seguridad.
Guillermo Calderón hizo, simplemente, lo que nunca hizo Florencia Serranía, la inepta pero bien protegida ex Directora de tan importante medio de transporte público.
Las feministas ya habían tomado cerca de 11 estaciones del Metro, en las cuales comenzaban a ejercer un estilo amafiado de comercio informal: sólo ellas podían disponer del espacio y agredían a quienes se opusieran a su sucio negocio; un sucio negocio más del feminismo, por cierto.
Como ya lo hemos dicho y demostrado, el feminismo es una ideología reduccionista, maniquea, falaz, androfóbica, retrógrada, parasitaria, dogmática y totalitaria que, apelando a los “derechos de las mujeres”, impone reprobables prácticas políticas y sociales al tiempo que fomenta sucios negocios.
Gracias a sus tácticas de victimismo-chantajismo, las feministas han logrado contaminar con su mitología a buena parte del espacio público de México. Desafortunadamente, gobernadores, parlamentarios, partidos políticos, medios masivos de comunicación, universidades, ONGs, etc., han permitido y facilitado el crecimiento de tan perniciosa mitología.
Partiendo de una mirada reduccionista de la violencia social, el feminismo ha construido una narrativa victimista con base en la cual se la pasa chantajeando al Estado y a la sociedad con el objetivo de obtener pingües recursos, prebendas y privilegios, que básicamente sólo resuelven los problemas económicos de las líderes y de las organizaciones feministas que han sabido convertir su mito en negocio.
Allí están los miles de millones de pesos que se destinan a oficinas gubernamentales y a programas públicos en “materia de género”, que no sólo reportan nulos o exiguos resultados, sino que mantienen en el parasitismo social a miles de feministas-burócratas y a millones de “mujeres beneficiarias”.
¡Negocios tan redondos como sucios!
Ya saben, hablamos de miles de millones de pesos destinados a “empoderar” a las mujeres, que nunca llegarán a “empoderarse” porque entonces perderían los apoyos gubernamentales: lo que antes les daba el “macho proveedor” ahora se los da el “Estado patriarcal y opresor”… ¡vaya “empoderamiento”!
Pero esto no les importa a las feministas-burócratas, porque siempre tendrán chambita y quincenas gracias a que siempre existirán “mujeres víctimas del patriarcado” a quienes ayudar. Parasitismo, parasitismo y más parasitismo.
Y ya ni mencionemos los espacios pseudo-académicos, que le extraen millones de pesos al erario público para fomentar el irracionalismo y la anti-ciencia.
¡Negocios tan redondos como sucios!
Y para las que no alcancen ni puesto burocrático, ni programa social, ni beca de “posgrado en género”… ¡allí están los espacios del “ambulantaje feminista”! ¡Un negocio sucio más!
¿Cómo puede ser posible que, como sociedad, sigamos consecuentando a la tan funesta mitología feminista?
Por supuesto que aplaudimos la decisión del Director del Metro, aunque sabemos que sólo se trata de un ejercicio de teatralización burocrática: al rato volveremos a ver los pasillos del Metro invadidos por el ambulantaje feminista, ya convertido éste en una mafia más del comercio informal de este país.
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Esta videocolumna de análisis, crítica y opinión es de autoría exclusiva de Carlos Arturo Baños Lemoine. Se escribe y publica al amparo de los artículos 6º y 7º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Cualquier inconformidad canalícese a través de las autoridades jurisdiccionales correspondientes.