Raúl Flores Martínez.
Los ataques que se han perpetrado en este año contra fuerzas del orden en la parte sur del Estado de México, tienen un remitente llamado Familia Michoacana que desde hace años, se le dió la concesión de reagruparse y fortalecerse.
Este grupo criminal, era una pequeña fracción que silenciosamente creció en el llamado Triángulo de la Brecha que se ubica en la zona limítrofe entre Michoacán, Guerrero y Estado de México.
Con golpes de dinero, amenazas y sangre, la FM como se hace llamar, se apoderó de los municipios sureños del Estado de México, como Valle de Bravo, Tejupilco, Luvianos, Sultepec, Amatepec, Otzoloapan, Zacualpan, Tlatlaya, Temascaltepec, San Simón de Guerrero, Ixtapan del Oro, Zacazonapan e Ixtapan de la Sal, donde no hay autoridad que los detenga.
Este grupo criminal, tiene en sus filas a niñas, niños y jóvenes que no sobrepasan los 16 años, los utiliza para vigilar a las autoridades, sin ser descubiertos.
Los ataques contra las autoridades, ya son cotidianos en el poblado de Llano Grande, Coatepec Harinas, el primero atentado contra los elementos policíacos fue el 18 de marzo con un saldo de 13 policías muertos.
Luego el 26 de octubre, otro ataque contra elementos de la policía y Fiscalía mexiquense; el último ataque ayer 4 de noviembre con un saldo de 2 personas muertas, aquí pasa algo que las mismas autoridades saben.
En esta zona vive una de las principales cabezas de la Familia Michoacana, es por ello que se vive una violencia extrema contra las autoridades del Estado de México.
La violencia que viven las autoridades mexiquenses, es la misma que viven los pobladores que están en el llamado Triángulo de la Brecha, esa violencia que roba, extorsiona y ejecuta a sus víctimas.
Esta zona del Estado de México, es el claro ejemplo de lo que puede pasar, cuando se le da concesiones al crimen organizado, que cómo el monstruo de mil cabezas, se reproduce y fortalece en el menor descuido.