Carlos Arturo Baños Lemoine.
Resulta comprensible el enojo y la frustración que siente el Presidente Andrés Manuel López Obrador ante la actual UNAM: como el animal resentido que es, la siente una institución ajena y repulsiva. Para López Obrador no se trata de la misma institución en la cual él se deformó intelectualmente, en la cual él fue adoctrinado. López Obrador se siente desconcertado, como esas aves que amanecen en jaula distinta.
López Obrador extraña a la UNAM sometida por el marxismo y por pestilentes ideologías sucedáneas. Hay que recordar, mis amigos, que el tabasqueño fue deformado en las aulas universitarias contaminadas por el “espíritu del 68”; aulas en donde fueron adoctrinados muchos chamacos caguengues y rijosos admiradores del “Che” Guevara. Querían hacer la “revolución proletaria”; odiaban al “imperialismo yanqui”; buscaban al “hombre nuevo”; aspiraban a la “gran unidad latinoamericana”; algunos, incluso, fueron becarios de la Unión Soviética, de Cuba y de Corea del Norte; y sandeces por el estilo.
Andrés Manuel López Obrador es el prototipo del universitario setentero y ochentero de la UNAM: una mezcla rara de fósil, grillo y porro que lo mismo aspiraba a ser revolucionario que a ser burócrata del Priato (aunque hablara pestes del PRI). ¡Tantos tipejos he conocido yo de esta calaña, tantos! Cuando yo conocí a López Obrador, éste todavía era priista, por cierto.
Y ese prototipo de universitario no ha desaparecido, sólo se ha adaptado a los nuevos tiempos. Primero fue el Consejo Nacional de Huelga (1968), luego el Consejo Estudiantil Universitario (1986-1988) y luego el Consejo General de Huelga (1999). Y todas estas organizaciones estudiantiles sirvieron para lo mismo: trampolines de oportunistas vividores… ¡”hueseros”, pues! Todos haciendo “carrera política” en el PRI, en el PMT, en el PST, en el PMS, en el PRD, en el PT, en MORENA, etc.
¡Todos contra la “maldita burguesía”, hasta igualarse con ella!
Todos esos parásitos se han ajustado a la sabia premonición de José Emilio Pacheco: “Somos aquello contra lo que luchamos a los 20 años”.
¿Ya vamos entendiendo a López Obrador o todavía no?
AMLO extraña esos tiempos idos en donde la UNAM reproducía, hasta la extenuación, los grandes mitos sociales del nacionalismo revolucionario, del marxismo tercemundista y del estatismo keynesiano. Resulta obvio que, con ese pensamiento, hasta el cobro de cuotas se traduzca en “derechización neoliberal”.
Lo peor es que hay miles de universitarios como AMLO, porque la UNAM le jodió la vida a muchos jóvenes que, afectados por el Síndrome de Estocolmo, incluso se sienten orgullosos de ser “egresados de la UNAM”. ¡Vaya cosa!
Y, en verdad, resulta obvio que López Obrador se quedó detenido en el tiempo. Se trata de un “izquierdoso viejo”, que no ha alcanzado a comprender que la UNAM sigue sometida al marxismo, específicamente a las nuevas y más degeneradas versiones del marxismo; ésas que han engendrado hijos deformes con la fenomenología y la filosofía de la post-modernidad, desde Simone de Beauvoir hasta Beatriz Preciado y Judith Butler pasando por Jean-François Lyotard.
¿O nadie le ha explicado a López Obrador que la “ideología de género” es la versión más reciente y purulenta de la mezcla entre marxismo, fenomenología y post-modernidad?
En fin, al menos esperemos que algo positivo salga de todo esto. Esperemos que termine pronto el sexenio de López Obrador y que la UNAM vaya desapareciendo, poco a poco, mientras avanza la educación universal en línea.
Y terminemos esta entrega a la usanza revolucionaria, compañeros: “¡Patria o muerte, beberemos!”.
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