Por. Patricia Betaza
La tendencia va al alza según diversos estudios y estadísticas: 7 de cada 10 mexicanos tienen sobrepeso y obesidad, ocupa ya el segundo lugar después de Estados Unidos. Las proyecciones de algunos expertos es que para las próximas tres décadas 9 de cada 10 personas en este país estén en esa condición. No hay como observar con detenimiento en las calles, a nuestras familias, vecinos y amigos la cantidad de kilos que se han ganado durante esta pandemia. De acuerdo con datos del INEGI, 62 millones de adultos están con sobrepeso y obesidad y 12 millones de niños, niñas y adolescentes. A la cantidad y calidad de comida que ingerimos hay que sumarle el gravísimo problema del ‘Sedentarismo, una práctica de alto riesgo’ de acuerdo con datos consultados por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad, (LABDO). Hace tres décadas una investigación realizada en Estados Unidos reveló que el sólo uso del control remoto se había traducido en al menos kilo y medio de peso al año entre las personas que lo utilizaban. Según el Módulo de Práctica Deportiva publicado en enero, 6 de cada 10 mexicanos mayores de 18 años declaró ser inactivo físicamente. De acuerdo con LABDO, permanecer horas en el sillón, cama o sentado frente a una computadora, aumenta hasta en un 80 por ciento las posibilidades de padecer cáncer, enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 y por supuesto obesidad y sobrepeso. Por si fuera poco, el sedentarismo -según LABDO- está ligado también a la depresión. En torno al sobrepeso y obesidad hay una especie de círculo vicioso: como mucho-no hago ejercicio- me siento mal anímicamente y además sigo comiendo para calmar esa sensación. Hace 5 años, Gloria Cabrera era una adolescente con obesidad; sus padres y hermana, también con el mismo problema. Un día desesperada por sentirse cansada y deprimida, decidió romper ese círculo. Me dice que lo primero que hizo fue dejar el azúcar, pan y refrescos. Cuando vio que su “experimento” le daba resultados en un mes, comenzó a caminar lo más que podía al día. Cuando la vi al año, Gloria había bajado por lo menos cuatro tallas, estaba irreconocible y feliz. Cuando la felicité por su logro, me invitó a su casa a comer. Ahí para mi sorpresa fue que sus padres y hermana, también habían bajado considerablemente de peso, la familia entera se solidarizó con Gloria y el cambio fue para todos. Por supuesto que pueden existir muchos factores detrás del sobrepeso y de la obesidad, pero no es un secreto que eliminando la comida chatarra, el azúcar y las fritangas, además de activarse físicamente, sí tiene un impacto en nuestro peso y en la salud física y mental. Recuerdo alguna vez que le pregunté a un experto del Instituto Nacional de Nutrición si era cierto que el sobrepeso y la obesidad eran muchas veces un problema hormonal me respondió:¡ sí, la hormona que se tiene en la boca! Un mínimo porcentaje puede tener ahí la causa, lo demás es consecuencia de nuestro estilo de vida. Gloria y su familia dieron un cambio muy importante en sus vidas… y en su salud.