“Imagínense si yo en el 23 decido, se expropia”

Rubén Cortés.

El presidente, ayer, hablando así como en la sala de su casa, de esto y de aquello, dijo: “Imagínense si yo en el 23 decido ¡Se expropia! ¡O no se expropia, no sé! ¡La vamos a manejar nosotros!”

Esas expresiones suyas se agradecen, porque él no miente.

La equivocación de sus contrarios, desde que en 2006 se propuso llegar al poder, es que pensaban que era igual que todos los políticos y se iba a moderar. Pero se le debe de creer siempre, como hoy, cuando intenta renacionalizar la industria eléctrica.

De hecho, el castrochavismo, que elogia en publico y de manera oficial el presidente (acaba de conceder la Fiesta Patria al dictador de Cuba y su invitado de lujo fue el de Venezuela), es insostenible sin un programa de expropiaciones.

En Cuba no existe la propiedad privada, y Hugo Chávez en Venezuela expropió en una década mil 200 empresas; y Maduro ya tomó 526 y cerró ceca de 500, sin contar las que huyeron: Latam Airlines, Lufthansa, Air Canada, Alitalia y Tiara Air.

Más las que quebraron: cervecera Polar, Coca-Cola, Wonder, Zara. Sólo en 2007 cerraron 54 emisoras, 17 diarios y ocho canales de TV. Después, con Maduro, cayeron 60 periódicos y cerró Venevisión, Televen, TRT, Globovisión, La tele, ANTV, DirecTV canal, ULA Tab…

Y, Evo “hermano, ya eres mexicano” implantó la Ley de Empresas Sociales, para que “si ese un empresario privado no puede o abandona o está en déficit, los trabajadores se organizan para tener una empresa social”.

Aquí, la reforma constitucional del presidente para renacionalizar el sector eléctrico, lo que haría es expropiar, pues todos los permisos de inversiones privadas serán cancelados, sin tener que pagarles. Y el gobierno es el único suministrador de energía eléctrica en el país.

Ayer mismo, el presidente recordó que en 2023 al empresario Carlos Slim se le vence la concesión del servicio de internet nacional, y que, en caso de no renovársela, el Estado sería el encargado de llevar el servicio a todos los rincones del país.

Así que advirtió que prefiere apostar a que Carlos Slim tenga una “actitud social, una emoción social”, y se comprometa a conectar a todo México para que funcionen las sucursales del Banco del Bienestar, que regalan dinero a cambio de votos.

Cada día, el presidente avisa que, para 2024, una buena parte de las instituciones del país van a depender de él y de sus designios, tal cual anunció ayer con la UNAM. El Estado mexicano tendrá una dependencia casi total de su persona.

Todo eso se sabe gracias al propio presidente: 

“Imagínense si yo en el 23 decido ¡Se expropia! ¡O no se expropia!

Él. Todo es él. 

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