México.-Un apellido puede ser clave en la vida de una persona, en ocasiones definir su destino, y en el deporte es común que el hijo o hija de una personalidad estén llamados a seguir los pasos de su padre.
Pero en el deporte motor las historias son un poco diferentes, y los progenitores no siempre desean que sus hijos sigan su mismo camino, no solo por el sacrificio que conlleva, sino también por el riesgo de perder la vida en un accidente. Así fue el camino de la italiana Prisca Taruffi, nacida en Roma en 1959 e hijo del afamado piloto Piero Taruffi.
“Al principio como mujer el apellido Taruffi fue como una tarjeta de presentación gracias a mi padre”, recuerda en entrevista con Excélsior, “pero al mismo tiempo fue una responsabilidad. Yo estuve siempre muy orgullosa de ese apellido de mi papá”, señala la piloto patrocinada por la empresa Enel, compañía que junto con la Fondazione Italia-Messico trabajan con ella para el intercambio entre los dos países, pero también para promover la equidad de genero no solo en el deporte, sino en la vida diaria.
“Como mujer es un orgullo ser apoyada por Enel para esta carrera, una empresa de Italia, mi país, que no solo tiene un fuerte compromiso con la sustentabilidad, sino también con la inclusión de las mujeres en todo el mundo, teniendo como prioridad en su plan de negocio la promoción de la equidad de género en su equipo de colaboradores. Agradezco también a la Fondazione Italia-Messico por haberme nombrado embajadora de este proyecto de equidad de género que servirá para promover los valores que las empresas responsables como Enel deben abanderar”.
La vida de ella se desarrolló en las pistas, aunque no en los tiempos que Piero competía en la Fórmula 1, un periodo que abarcó de 1950 a 1956, en que él ganó un gran premio. Pero sí lo acompañó cuando él competía en las carreteras del mundo, donde su padre era un famoso participante de competencias como la Mille Miglia, Targa Florio o La Carrera Panamericana en México, competencia que ganó en 1971 y 50 años después ella recorre en México como parte de un homenaje a su padre.
Mientras Prisca admiraba los coches, su padre se resistía a que ella tomara el volante, pero la gasolina en su sangre la llamaba, como si en sus genes estuviera insertado el ADN del deporte motor. Con eso, un día decidió que a sus 23 años era el momento de dar el paso y apretar el acelerador en una carrera, con el trazado de Vallelunga como el escenario de su debut a los mandos de un Renault 5 Trophy en un campeonato monomarca de donde ella recuerda “era la única mujer del campeonato”.
“Durante mi infancia él (su padre) hizo todo para no acercarme al deporte motor, porque decía que era un deporte muy peligroso, pensaba que yo, como su hija, no era un deporte para las mujeres. Un día organicé todo por mi cuenta y encontré un amigo que encontró un coche de carreras y entonces le dije a mi papá ‘mañana tengo una carrera en Vallelunga’. Él me acompaño y desde aquel día empecé mi aventura en el mundo del deporte motor”.
Su paso por las pistas solo fue un escalón antes de seguir el camino de su padre e irse a los rallies en la década de los ocho convirtiéndose en campeona de Italia y subcampeona de Europa. Esos éxitos la motivaron a correr en los rally raids, pruebas en el desierto como el Rally Dakar, en donde la velocidad es tan solo un elemento que importa, porque la navegación es la clave del éxito.
“A mí padre le gusta mucho más correr en las carreteras. Tazio Nuvolari lo nombró como el más famoso de todas las carreras por sus éxitos como en la Mille Miglia. Yo también prefiero manejar en las carreteras más que en un circuito, pero el circuito fue al principio y me ayudó mucho para la técnica de la conducción, la trayectoria, fue un pasaje que me ayudó”.
Tiempos distintos
Cuando Piero Taruffi prefería que su hija no compitiera en las carreras por lo peligroso del deporte no era una exageración. Si bien hoy en día gran parte de los accidentes en competencia terminan con algunas lesiones menores como las quemaduras en las manos del francés Romain Grosjean, o una fractura en piernas como el choque de Michael Schumacher en Inglaterra, en la década de los cincuenta era diferente y un accidente podía costar la vida; fueron épocas donde el deporte cobró vidas como la de los hermanos Pedro y Ricardo Rodríguez, Gilles Villeneuve, Alberto Ascari, Jo Schlesser, Ronnie Peterson, entre otros; en especial por el bajo desarrollo de los sistemas de seguridad.
Pero el ser mujer en un deporte dominado por hombres no la limitó y junto con la francesa Michele Mouton, fueron abriendo paso para que se les tomara en serio. Sus esfuerzos han sido parte de una larga lucha porque las puertas del deporte se abran y reconoce que hoy existe una mayor participación del sexo femenino, con talentos destacados.
Al reflexionar sobre en qué era le hubiera gustado competir considerando esta apertura, ella respondió: “Seguramente era más difícil que ahora (para las mujeres), pero en los años 80 había equipos en el mundo de las carreras de rallies que ayudaban un poco con patrocinadores a formar equipos femeninos, así que yo empecé en un equipo de mujeres y con los resultados fue creciendo mi carrera”.
“Yo soy feliz de la experiencia que tuve en mi época, pero al mismo tiempo estoy muy contenta que ahora esto está mejorando. Ahora hay más posibilidades, pero se tienen que dar las mismas posibilidades a las mujeres en el mundo del deporte motor, pero también creo que en cualquier aspecto de la vida debe existir esto”.
Con el tiempo en su contra, pero especialista en recuperarlo, Prisca Taruffi dejó el hotel Camino Real en la Ciudad de México para emprender un rápido viaje al norte del país, a Saltillo, donde La Carrera Panamericana 2021 concluye con ella como la gran invitada para recordar aquel momento donde su padre cruzó la meta como el mejor de todos.