Marissa Rivera

Marissa Rivera.

Hoy, morirán 20 mujeres víctimas de cáncer de mama.

Mañana, también.

En México esa es la cifra de muertes diarias.

Un cáncer que es la primera causa de fallecimientos entre las mexicanas.

Enfermedad que si se detecta a tiempo no significa muerte.

Pero, ese justamente es el problema. En nuestro país no se detecta a tiempo. Las campañas de salud en torno a esta letal enfermedad no han tenido éxito.

Más del 70 por ciento de los casos diagnosticados están en las etapas III y IV, es decir, cuando el cáncer está muy avanzado.

En el mundo, se eligió octubre como el mes de la “Sensibilización del Cáncer de Mama”, para alertarnos que una exploración a tiempo es vital. Aunque por nuestro propio bien debería ser todo el año.

Médicos, campañas, desplegados, publicidad, edificios iluminados para llamar la atención, eventos conmemorativos, brigadas sanitarias gratuitas, moños rosas, se hace todo lo que pueda para crear conciencia sobre la detección oportuna: “tocarte puede salvarte”.

Pero, no ha sido suficiente. En 2020 en México se reportaron casi 30 mil nuevos casos de cáncer de mama y poco más de 7 mil 900 fallecimientos. Algo se está fallando.

El moño rosa inunda las redes sociales y la publicidad en octubre. Frente a los resultados, insisto, debería lucir los 12 meses, para que los tres niveles de gobierno federal, estatal y municipal se pongan las pilas e implementen más campañas de prevención y atención a esta mortal enfermedad.

La pandemia por Covid-19  ha traído cambios inesperados en nuestras vidas y por consiguiente en el entorno médico. Las consultas de rutina, las cirugías no urgentes y otros servicios de salud se han cancelado o pospuesto para evitar la exposición al virus en los hospitales y consultorios.

Pero el cáncer de mama avanza. Ese cáncer mata, en promedio, a 20 mujeres, diario. El virus no puede ser un obstáculo para garantizar que las mujeres se realicen de forma segura estudios de rutina, como mastografías y ultrasonidos.  Su atención es la diferencia entre la vida y la muerte.

Ante el coronavirus, el número de estudios de mastografías bajó considerablemente por miedo al contagio o por falta de dinero.

La crisis económica que trajo el Covid-19 y la desaparición del Seguro Popular, dejó en el desamparo a millones de mujeres que no tienen seguridad social. El Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi), no ha servido para nada.

Y una vez más, “Primero las pobres”. Ellas han sido las más afectadas al no tener ni atención médica ni un seguro que las ayude.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó la creación de un organismo que coordine las políticas sanitarias para prevenir y luchar contra el cáncer. Pero en México ha sido ignorado, es más, ni siquiera hay medicamentos para mujeres que requieren tratamiento oncológico.

Los gobiernos están obligados a ejercer los presupuestos necesarios para prevenir y atender la enfermedad. Ordenar la atención, en los centros de salud, de todas las mujeres que lo requieran, pero sobre todo, de las que menos tienen. Y garantizar, a pesar de la pandemia, el acceso a estudios y consultas.

A nosotras, nos toca TOCARNOS, revisarnos y advertir cualquier síntoma de alerta, antes de que sea demasiado tarde, no solo en octubre, sino de manera permanente.

Porque el 90 por ciento de los casos de cáncer de mama son detectados mediante la autoexploración. Cuatro de cada 10 muertes por esta enfermedad podrían evitarse con prevención temprana.

Pongamos atención en nuestro cuerpo, el coronavirus no debe ser un obstáculo, para evitar la muerte por cáncer de mama.

En la última década el número de muertes por este cáncer creció casi un 18 por ciento.

Por eso, el primer paso para que no nos toque es tocarnos.

Y tú, ¿ya te tocaste?

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