Rubén Cortés.
A la Jefa de Gobierno no le iba tan mal desde la caída del Metro y de la debacle electoral en la CDMX. Ahora se supo que su hija estudia en el extranjero pagada por el gobierno, y tuvo que reconocer a Ricardo Monreal como precandidato presidencial.
Lo de la hija sería motivo de orgullo para cualquier madre. Sin embargo, su jefe el presidente compara con el paradigma de la mafia, a quienes envían a sus hijos a estudiar al extranjero, porque son “los que más daño le han hecho al país”.
Y la reunión con Monreal fue un triunfo del senador, pues Claudia Sheinbaum lo considera finalmente como contendiente que le preocupa y, por tanto, acepta el dialogo y no la ruptura. O sea, admite que no va en caballo de hacienda.
Ninguno de los dos sucesos tendría que ser observado como aciago para la Jefa de Gobierno, en especial el de su hija, Mariana Imaz Sheinbaum, quien, seguramente como cientos de hijos de otros mexicanos, se ganó la beca en buena lid.
Sólo que el presidente se la dejó con un pie en el aire y el otro buscando lugar, al equiparar, a quienes se educan en el extranjero, con el hijo del criminal que protagoniza la famosa novela “El Padrino”, de Mario Puzo.
“Los que van a estudiar al extranjero, como el hijo de El Padrino, son los que más daño le han hecho al país, los que supuestamente tienen más conocimiento, son los que han acabado con el país”, sentenció.
La hija de Claudia Sheinbaum recibió en 2019 y 2020, más de un millón de pesos por parte del gobierno federal por concepto de “subsidios para capacitación y becas”, para estudiar en California, Estados Unidos.
Tuvo suerte, pues este gobierno desapareció los fideicomisos que garantizaban recursos para becas en el extranjero, al entender que se trataba de prácticas corruptas, lo cual afectó a cientos de estudiantes de maestría y doctorado.
A la Jefa de Gobierno le asiste la razón en su queja por las críticas que recibe ante el supuesto favoritismo hacia su hija: “Estos ataques no ayuden a un ambiente sano. Mi hija salió adelante por méritos propios y eso es fundamental”.
Eso a quien debe decírselo es a su jefe el presidente, el primer critico de las becas en el exterior, en su desprecio por el conocimiento, la preparación y la experiencia, e identificar con la corrupción a los becados, como lo es su hija.
Pero esto no sería noticia en otros personajes, que no se venden como apóstoles o faquires, pero sí lo es en quienes se asumen como tales.
Y, más que eso aún: que fingen ser Gandhi, sin serlo.