Rubén Cortés.
El nombramiento de Renato Sales como Fiscal en Campeche es (junto con el de Omar García, como jefe de la policía en la CDMX) de las escasas decisiones del actual grupo político en el poder que premian el talento, sin más miramientos.
Lo de Renato es, además, laboratorio del desastre del PRI en manos de su actual dirigente nacional, Alito, quien por ojeriza personal le cerró las puertas a la candidatura a gobernador. Y perdió todo, la gubernatura y un cuadro como Renato.
Pero el caso de Renato va más allá: es ejemplo de que los conocimientos y el prestigio profesional tienen que estar por encima de la cosa política, sobre todo en estos tiempos de polarización, cuando urgen políticos como él: incluyentes.
Renato fue un excelente Subprocurador durante los seis años de gobierno en el DF del actual presidente: capturó a la Mataviejitas, al Chacal de Tlalpan, descubrió (y convenció al actual presidente) de que Digna Ochoa se había suicidado, y no la habían matado.
El caso Ochoa requirió firmeza. La izquierda dura decía que había sido asesinada. Renato demostró que, antes de dispararse, la occisa se hirió un muslo, espolvoreó la sangre y dejó un libro abierto en un poema que habla de sangre sobre flores blancas.
Renato fue un exitoso zar antisecuestros, subprocurador general y Comisionado Nacional de Seguridad, durante el gobierno de Enrique Peña: bajó los secuestros 35 por ciento, perfeccionó la PGR y dos de sus agentes fueron quienes capturaron al Chapo Guzmán.
Para las pasadas elecciones a gobernador en Campeche, sería el candidato del PT, pero Alito negoció con el PT para quebrarle la candidatura. Renato renunció, y Morena lo jaló como candidato a la alcaldía de la capital del estado, que perdió por escaso margen.
Y resultó un fichaje inteligente de Morena. Renato ya fue Fiscal General de Campeche, con el PRI (antes era Procuraduría Estatal) desde 2009 hasta 2013 y lo convirtió en el estado con menor incidencia del crimen en México.
Según el Inegi, Campeche fue, en ese tiempo, el estado con menos denuncias, con 250 por cada 100 mil habitantes en secuestro, homicidios del narco, agresión con arma blanca, extorsión y robo a peatón. Conoce su estado, y algún día lo gobernará.
Porque Renato representa lo mejor de la política mexicana: es precedido únicamente por su profesionalismo, y es ajeno a la estridencia, el porrismo, el estómago duro y saliva para el cantinfleo de las relaciones públicas.
Abogado de profesión, persona de un nivel de instrucción excepcional, Renato es un gran policía, de la escuela a la que también pertenecen Miguel Mancera y Omar García, basada en la mesura, la ciencia y el sólido armado legal de los casos.
Con él, gana Campeche.