Rubén Cortés.
Es un huevo de serpiente que va a envenenar a México: los moches que cobran los soldados a los albañiles, en el aeropuerto que construye el Ejército, es la punta del iceberg de que los militares están construyendo un Estado dentro del Estado.
La decisión de este gobierno de infiltrar la sociedad civil con militares equivale a lo que en la naturaleza es un ecocidio: la destrucción de gran parte del medio ambiente de un territorio, especialmente si es intencionada e irreversible.
No puedes poner a un hombre armado a dirigir a obreros, porque es natural que ocurra lo que publicó El Universal: el que tiene la escopeta le quita la tercera parte del sueldo al desarmado, y éste se lo tiene que agradecer por tres razones básicas de supervivencia:
1.- Para que no le haga daño con el privilegio de la fuerza que posee
2.- Para que le permita seguir trabajando
3.- Para llevar comida a casa, la mayoría hace lo que deba hacer
Igual sucede con el uso de los soldados para perseguir migrantes: les caen a palos (y a tiros si lo creen necesario) porque para ellos es una misión militar. Un militar está entrenado para doblegar al otro, y lo va a doblegar si es albañil, migrante, burócrata o licenciado.
Por eso es que el Ejército tiene que estar en los cuarteles y supeditado a protocolos que lo sometan al control civil. El Ejército sólo es responsables de la defensa nacional frente a terceros. Sin embargo, hoy en México es un Estado dentro del Estado.
Por ejemplo, el actual presidente le obsequió a los militares la administración y operación (hasta el año 2071) del que será el aeropuerto civil más importarte del país, y se quedarán con todas las ganancias.
Un ecocicio, pues los militares controlarán las casas de cambio donde van a cambiar los dólares los cárteles del crimen organizado, que los militares tiene que perseguir. Un despropósito, pues harían a los narcos lo mismo que hacen hoy a los albañiles: cobrar moche.
Pero no sólo casas de cambio: también comercios al por menor que no aplican impuestos ni tasas locales o nacionales, los baños, centrales de taxis. Y controlan las aduanas, construyen sucursales bancarias, líneas férreas y terminales de cruceros turísticos.
Es cierto que el Ejército es la institución más respetada por los ciudadanos, pero es respetada por lo que el Ejército ha hecho hasta ahora: estar ajeno a casos de corrupción (por no estar mezclado con áreas de dinero) y ayudar a la gente en desastres naturales.
Pero es diferente con los soldados haciendo de policías, de capataces, de migra, de funcionarios, de banqueros.
Mandarán ellos.
Que tienen los fierros.