Rubén Cortés.
Entre populistas te veas… y todo a un tiempo, en el mismo día:
–En México, el presidente volvió a hablar de reelección. Van 147 veces que lo menciona, según la prolija cuenta del doctor Luis Estrada.
–En El Salvador, el presidente Bukele aprobó reelegirse a través de un fallo judicial de una Corte nombrada por él para consolidar su proyecto, que ya desmanteló las instituciones democráticas del país.
–En Nicaragua, el dictador constitucional Daniel Ortega, encarceló 35 opositores para limpiar el camino a su enésima reelección en noviembre. Ya tenía en la cárcel a los ocho que querían competirle.
–En Venezuela, el dictador constitucional Nicolás Maduro decidió que para hacer elecciones libres tiene que estar preso el principal líder de la oposición, Juan Guaidó.
Pero es algo natural. No hay régimen populista sin reelección. Desde el 2000, en el mundo 17 presidentes populistas cambiaron la Constitución para reelegirse, eliminando los contrapesos del Estado de Derecho que los condujeron al poder en comicios imparciales.
Y México se encuentra en ese contexto bajo el mandato del actual presidente: un entorno activado por la creciente militarización de la vida civil, la degradación a floreros de los secretarios de Estado y la anulación irreversible de casi todos los organismos autónomos.
No se puede olvidar que el presidente se refirió a la relección desde el primer día de su mandato: sí, en el discurso de su toma de posesión, delante de los dictadores reelectos Maduro, Evo Morales, del gobernante designado cubano Díaz-Canel. Es su tema, pues.
Se equivocan quienes creen que el presidente desechó la idea de quedarse en el poder, tras la renuncia de Arturo Zaldívar a ampliar de manera ilegal su mandato al frente de la Suprema Corte, lo cual era un ensayo para que el Jefe del Ejecutivo hiciera lo mismo.
El paso atrás de Zaldívar sólo fue un tropiezo. El actual presidente, el más poderoso de México en décadas, posee recursos suficientes para alinear la agenda del país en el curso releccionista, si así lo desea. Mientras, lo ha mencionado 147 veces. Ahí la lleva.
Por lo pronto, al igual que el chavismo en Venezuela, y Daniel Ortega en Nicaragua, ha realizado la mayor infiltración de las Fuerzas Armadas en la vida civil del país, desde el fin de los gobiernos encabezados por militares en la década de 1940.
Pero obliga al principal partido de oposición a sonrojarse, porque 13 de sus senadores se reunieron con el líder de un partido legal de España que tiene 53 diputados electos y, al igual que Morena, está en contra del aborto, el matrimonio igualitario y la migración.
Ah, y el presidente elogia a Mussolini en la ONU.