Carlos J. Pérez García.
Una o dos me caen bastante bien. El rompope en pequeña copa es buena compañía para leer una nublada tarde en la terraza al aire libre de un restaurante tranquilo. A falta de más lecturas, aprovecho para escribir un poco ahora con el permiso de mis amables acompañantes (aplica a él y ella). “Compañeres” sería una estupidez como “todxs” y, en general, el presunto lenguaje de una inclusión tan mal ubicada.
Estos días, oigan, el Informe presidencial fue también muy peculiar… desde sus spots promocionales hasta ciertos comentarios posteriores. Parece que ningún renglón se salva de las lamentables debacles que intentan ocultar con sus otros datos: salud, seguridad, economía, pobreza, corrupción, impunidad y gobernabilidad. Surgió “La Transformación en marcha” con gerundios y buenas noticias en cada uno de esos temas, lo cual genera confusiones y autoengaños.
El enésimo informe nos confirmó que ¡este no es un gobierno serio! Fíjense, vendría a ser una broma que a algunos irrita y a otros agrada. Se dicen ahora cosas que antes eran impensables para un presidente (si vive o se muere), a la vez que los economistas (neo)liberales deberemos aprender a controlar precios para que no sean “injustos” y a fomentar la emigración de mexicanos que envíen remesas.
Aún no he podido darle un vistazo al libro ‘A mitad del camino’, y el anterior ‘Hacia una economía moral’ me decepcionó a tal grado que ya no tengo tantas ganas. Siempre trato de leerlos para ajustar o actualizar mis análisis, pero hoy sólo he visto extractos, síntesis y comentarios de revelaciones anecdóticas.
En esos textos me queda claro que la realidad tiene otros datos… muy distintos a los que son insinuados (sin mostrarlos) desde el poder personal al más alto nivel. La información tan ajena se vuelve una broma, como escape del funcionario que cuestionamos y se siente demasiado mal, si bien esa supuesta alternativa no resuelve nada y sí agrava todo al ser desechados los remedios aconsejables. Resulta al fin un auténtico desastre, más que una burla o mentira.
Si no ofrecen hechos o logros concretos, algunos se refugian en palabras (muchas, estos días: horas diarias y frecuentes informes), dentro de una “narrativa” propia que crea y difunde una realidad al revés. ¡Cada fracaso es convertido en un “éxito” hasta de resonancia mundial! Y las demás evaluaciones se volverían falsas, erróneas o dudosas.
No tiene caso desmenuzar más ahora. En general, ojo, se confirman las desgracias que advertíamos aquí hace unos 25 o 30 meses, inclusive algunas son peores de lo que podía imaginarse (salud, seguridad) y otras se ven menos claras pero no van nada bien. Aunque quisiera haberme equivocado, la perspectiva (económica y política o legislativa) resulta difícil y poco estimulante, además de que no se percibe un posible punto de quiebre o corrección salvo en una renovada estrategia hacendaria, tal vez.
Veremos, para bien del conjunto. Esperamos que, aun si nunca se aceptan públicamente las fallas, pueda haber otros casos de enmienda o renovación… para crecer y crear empleos, sobre todo.
En cuanto a las grandes causas de una transformación (combatir la corrupción, abatir la pobreza), las compartimos con fervor la enorme mayoría de los mexicanos. Las diferencias están en las vías o estrategias para alcanzarlas en algún plazo, pues se observan ya retrocesos que no sólo se asocian a la pandemia sino a graves errores antiguos o recientes. Además, se requiere un verdadero cambio… muy diferente a lo que vemos ahora.
Por su parte, el lopezobradorismo festeja casi cualquier renglón o detalle. Incluso los “precios justos” del gas y la gasolina, el “cambio” de política económica, los flujos de dinero que alivian la pobreza, la salud gratuita para todos, la seguridad de las familias… Confunden la popularidad personal con la aprobación de lo que el gobierno busca implícitamente: se trata, pues, de una lealtad ciega y bastante agradecida, no de un análisis mínimo de efectividad sostenible.
En las terceras olas, miren, podemos analizarlo mejor al aire libre o bien confinados, con o sin una bebida pero siempre de buen ánimo: un razonable optimismo… sujeto a lo que hagamos nosotros mismos.
* DE SAN LUIS POTOSÍ y su gubernatura, sin hacerle caso a las falsas narrativas que se intentan, seguiremos pendientes para aceptar de inmediato lo que al final se resuelva y así seguir adelante, nos guste o no. Eso sí, aunque tres largas semanas parecen demasiadas.
cpgarcieral