Carlos Arturo Baños Lemoine.
Hace una semana, los talibanes tomaron Kabul para imponer su gobierno en Afganistán. Tomaron el gobierno por asalto, mediante el uso de la fuerza; de una fuerza que demostró superioridad física y armada. La dura lógica de los hechos consumados. Y, al menos por el momento, esa superioridad talibanesca gobierna Afganistán. Por el momento, la superioridad de los talibanes está demostrada, a la vista de todos. Se trata de un juicio de hecho, no de un juicio de valor: los talibanes gobiernan por la fuerza.
De inmediato, y por todo el mundo, las hordas babosas partidarias de lo “políticamente correcto” saltaron en defensa de las mujeres afganas, pues todos sabemos lo que les espera bajo el régimen de El Talibán; entre otras cosas: prohibición del trabajo femenino fuera de casa (con pocas excepciones), permanente acompañamiento de un varón de la familia (mahram) para realizar actividades fuera de casa, prohibición de hacer tratos comerciales con varones, duras restricciones al estudio, uso del burka en todo momento, prohibición de los cosméticos, prohibición de participar en reuniones públicas, prohibición de andar en bicicleta o en motocicleta, prohibición de usar prendas de colores llamativos, prohibición de reír escandalosamente, etc. Muchas prohibiciones, pues, de origen tribal y puritano.
¡Qué duro para las mujeres afganas ver constreñidas, de tajo, varias de sus libertades!
Y no sé si lo han notado, mis amigos, pero de entre tantos indignados por lo ocurrido en Afganistán ninguno ha respondido la pregunta fundamental: ¿quién liberará a las mujeres afganas de El Talibán?
Millones pueden protestar desde la comodidad de su banqueta o de su laptop, pero ¿quién liberará a las mujeres afganas de El Talibán?
A mí me queda claro que las mujeres afganas nada podrán hacer al respecto. También me queda claro que no habrá “brigadas feministas multinacionales” dispuestas a ir a liberar, a punta de chingadazos, a sus “hermanas afganas”: las feministas de otras partes el mundo, especialmente las occidentales, están muy ocupadas “empoderándose” buscando cargos públicos vía la “paridad de género”, gozando de becas de posgrado en “estudios de género” o recibiendo dinero del “Estado Patriarcal” para sus parasitarias ONGs.
Por las mujeres afganas tampoco moverán un dedo los manginas, los vulvarones, los panochistas, los femininos (los gatos de las feministas), etc. A estos varoncitos castrados sólo nos los podemos imaginar organizando un seminario universitario sobre las “nuevas masculinidades” en el actual contexto afgano. Ese seminario seguro se llamará: Deconstruyendo tu masculinidad tóxica o cómo dejar de ser un talibán en tu día a día. Alguna babosada así.
¿Quién entonces liberará a las mujeres afganas de El Talibán?
La respuesta es muy sencilla: sólo podrá hacerlo una fuerza militar predominante o exclusivamente masculina (afgana y/o internacional) que sea capaz de neutralizar, por la fuerza, la actual fuerza de El Talibán, tal como ha pasado en cientos de casos similares a lo largo de la historia de la humanidad.
Así, los “machos buenos” serán fundamentales para liberar a las mujeres afganas de los “machos malos”. Caramba, tener que pensar que todo esto gira en torno a la supremacía de unos “machos” sobre otros “machos”. ¡Qué duro debe ser para la mitología feminista tener que soportar una idea de este calibre!
Bueno, también podemos ser optimistas y esperar que, mediante la diplomacia, los burócratas grises de la ONU convenzan a los talibanes de no ser tan malitos con las mujeres. Tales burócratas podrán decir que esto les ha funcionado muy bien con respecto Arabia Saudita, donde las mujeres ya pueden conducir un auto sin la autorización de sus maridos.
En fin, mientras algunos pierden su tiempo sometiendo su intelecto a la literatura fantástica de la mitología feminista, yo seguiré leyendo a los grandes tratadistas del poder, de la violencia, de la guerra y de la dominación: Sun Tzu, Tucídides, Aristóteles, Polibio, Maquiavelo, Hugo Grocio, Thomas Hobbes, Joseph de Maistre, Napoleón Bonaparte, Carl von Clausewitz y Caspar Rudolf von Ihering, entre otros.
Por cierto, los invito a que ustedes hagan lo mismo. Alimenten, en serio, su intelecto.
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Esta videocolumna de análisis, crítica y opinión es de autoría exclusiva de Carlos Arturo Baños Lemoine. Se escribe y publica al amparo de los artículos 6º y 7º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Cualquier inconformidad canalícese a través de las autoridades jurisdiccionales correspondientes.