México.-La llegada de uno de los futbolistas más importantes del mundo como Lionel Messi al Paris St Germaines la última joya de la corona de un equipo que, no solo representa a una de las ciudades más importantes del mundo, sino también es uno de los ejemplos del proyecto del mundo árabe por extender su influencia en Occidente.
Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos han trabajado en los últimos años por hacer que sus países sean más reconocidos a nivel global, no solo por su riqueza petrolera o de gas natural, sino convirtiéndose los millones de dólares en influencia en el mundo deportivo en diversas modalidades.
Uno de los mayores beneficiados en los últimos años ha sido el futbol. El ejemplo más notable está en París donde el qatarí Nasser Al-Khelaïfi ha transformado al equipo local de la Ligue 1 en una escuadra donde la billetera parece no tener fin en una historia que comenzó con los 222 millones de euros que desembolsaron por la cláusula de recesión para hacerse de los servicios de Neymar en el 2017. A esa cifra se le sumó en el mismo año más de 145 millones de la moneda Europa por Kylian Mbappé, cantidades que han sumado para superar los más de mil 300 millones de dólares de inversión en 10 años de su mandato.
¿De dónde viene el dinero? Al-Khelaïfi no era un millonario, pero estuvo en el momento y las situaciones correctas para entablar amistad con la familia real de Qatar y con ello ser parte del Qatar Sports Investment, el brazo de la realeza de ese país para invertir en temas deportivos alrededor del mundo con el equipo francés como la joya de la corona desde 2011.
Nasser Al-Khelaïfi es parte de un grupo de empresarios de la zona árabe que han ingresado en el balompié europeo, ya sea con su nombre directo o a través de empresas, pero solo él y el Sheikh Mansour bin Zayed al-Nahyan, parte de la familia real de Abu Dhabi y dueño del Manchester City, son los más reconocidos.
Su imagen no solo depende del poder de sus millones, sino por la capacidad de decisión que van tomando dentro del deporte. Ejemplo de ello es que el máximo dirigente del PSG fue el primer no europeo en ser parte del Comité Ejecutivo de la UEFA.
Mansour bin Zayed al-Nahyan hace lo propio en la Liga Premier, una de las de mayor audiencia del mundo, pero también en Estados Unidos donde en una sociedad con Yankee Global Enterprises, dueños de los Yankees de Nueva York de las Grandes Ligas de Beisbol, fundó el New York City Football Club, equipo que compite en la MLS desde 2015.
La meta es dejar de depender del sector energético en el largo plazo porque, aunque aún queda tiempo para el petróleo y el gas natural ellos saben que esto no será eterno. Deporte, tecnología, medios de comunicación e I+D son algunos de los campos donde el dinero de las naciones del medio oriente está ingresando.
Patrocinio, el otro lado del deporte
Pero ser dueños no es la única forma que el mundo árabe ha encontrado para tener presencia en el deporte. El patrocinio es un factor que también han explotado y de hecho es uno de los predilectos porque asegura una importante presencia sin un fuerte desembolso de dinero inmediato.
Emirates, una compañía de aviación estatal de una corporación de inversión de Dubái extiende su presencia en la parte frontal de algunas de las playeras más importantes del balompié como el Real Madrid, AC Milán, Arsenal, entre otros.
Los acuerdos con los clubes no son baratos. Se estima que el trato con el equipo madrileño ronda los 70 millones de euros anuales tras su última renovación que expira en el 2022.
Los equipos son apenas una parte del negocio. Por qué solo quedarse con un club si es posible renombrar una copa, como, por ejemplo, una con 140 años de tradición como la FA Cup de Inglaterra. La aerolínea de Dubái hizo esto con un costo de aproximadamente 15 millones de dólares anuales en 2015.
Incluso las empresas petroleras, a la cual todos ligan las millonarias ganancias de aquella zona del mundo, están presentes. Recientemente Aramco, compañía estatal de Arabia Saudita en el ramo energético, firmó un acuerdo que se estima en más de 400 millones de dólares por 10 años con la Fórmula 1 para ser uno de sus patrocinadores principales, un grupo de socios donde también se encuentra Emirates.
El movimiento levantó las críticas de organizaciones de derechos humanos al considerar que se antepone con el objetivo de la iniciativa We Race as One creada por la categoría del deporte motor para la inclusión, diversidad y lucha contra el racismo en todo el mundo.
Patrocinar es solo una parte del pastel, al menos para los qatarís, quienes incluso llevan su influencia a los medios de comunicación con beIN Media Group y su canal BeIn Sports en el mundo, pero en especial en Estados Unidos donde tienen los derechos de las principales competencias de futbol como la Ligue 1 y, hasta hace poco La Liga de España, la cual sí conservan en otros mercados obteniendo las ganancias que ofrece la televisión privada.
La cadena de televisión también ha servido como un potenciador del deporte en Qatar porque cuenta con los derechos de transmisión de los principales eventos del mundo. Esto ha generado un importante interés en su población, la cual cuenta con un alto poder adquisitivo (siempre que se cuenta con el pasaporte del país).
Grandes eventos para una mejor imagen
Con el nuevo siglo, los árabes han trabajado para albergar importantes competencias deportivas, desde peleas de boxeo, artes marciales mixtas hasta el espectáculo deportivo más grande del mundo. No solo para dar a conocer sus países, sino también para terminar con la ideología de que son naciones cerradas donde la diversión parece prohibida.
En 2009, Abu Dhabi dio el primer gran golpe con la celebración de la Fórmula 1, un gran premio que se conserva hasta la actualidad y que ahora es imitado por Arabia Saudita que este año se estrena con una carrera callejera, a la espera de construir su propio circuito, parte de un ambicioso proyecto denominado Visión Saudí para 2030, un plan de diversificación de capital alejado del sector energético, similar a lo realizado por Qatar.
El futbol, el deporte más visto en el mundo, se ha convertido en el plato más preciado de los eventos y cada una de las naciones de esta zona del planeta quiere su pedazo de pastel.
Por ejemplo, Arabia Saudita firmó un acuerdo por recibir la Supercopa de España de 2019 a 2021, con una excepción en el último año por la pandemia, pero eso no impidió que renovaran por 30 millones de euros anuales hasta el 2029 por un duelo cada 12 meses, una cifra que significó un salvavidas para La Liga ante la difícil situación económica que todas las entidades deportivas afrontan en la pandemia.
En 2018 el Mundial de Clubes de la FIFA se disputó en los Emiratos Árabes Unidos, mientras que en 2019 y 2020 fue el turno de Qatar.
Pero son los qatarís quienes serán los embajadores de la cultura árabe ante el resto del planeta cuando en 2022 reciban el evento mundial por excelencia: la Copa del Mundo, un mes de festividad que tendrá un costo similar a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, aunque con la excepción de que en el país del golfo se están construyendo estadios de última tecnología y medios de transporte modernos que se preservarán por las próximas décadas.
¿El dinero garantiza el éxito?
Uno supondría que con las grandes contrataciones equipos como el Paris St Germain o el Manchester City han conseguido la ambición de ganar la Liga de Campeones de la UEFA, el máximo galardón para un club del viejo continente, pero esa es una partida que aún tienen pendiente, aunque en las últimas dos ediciones estos dos equipos han llegado a la final cayendo en el momento decisivo.
Más allá del dominio económico, los trofeos de los últimos 10 años se han repartido entre empresarios rusos, americanos y equipos con socios europeos. El dinero árabe aún no ha conseguido el éxito en ese ámbito, pero es cuestión de tiempo para que lo obtengan como ya lo han hecho en otros deportes donde a través de becas deportivas han nacionalizado atletas para dejar sus países, tomar la bandera de una nación árabe y hacer que la gloria llegue a latitudes que, hasta hace poco no figuraban en el mapa deportivo.