Francisco Garfias.
Los morenistas y sus rémoras en la Comisión Permanente no honraban sus discursos con el voto.
Uno tras otro se apropiaban del monopolio de la pureza, pero no hubo modo de que incluyeran en orden del día del período extraordinario, que hoy inicia, los desafueros de dos diputados y un funcionario.
Los diputados son de la Coalición oficial. Uno de Morena, Saúl Huerta, acusado de pederastra. El otro del PT, Mauricio Toledo, señalado por enriquecimiento ilícito. El funcionario en capilla es el fiscal de Morelos, Uriel Cardona.
Juntos haciendo historia… de impunidad.
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Una y otra vez, los morenos se declararon en contra de la corrupción, el abuso sexual de menores. Hasta dijeron que los legisladores del PAN eran “medallistas de oro en trampas y mentiras”.
Pero una y otra vez rechazaron las reservas para incluir en la agenda del Período los desafueros, con el argumento de que que era una trampa de “la derecha” para proteger a sus fiscales en los estados que gobiernan.
Ni cuando la senadora del azul, Xóchitl Gálvez, les puso en bandeja la posibilidad de incorporar al fiscal morelense en la reserva que presentó para subir los desafueros al orden del día de la sesión, cambiaron de postura.
Se aferraron a no desaforarlos en viernes. Poco importó que la Sección Instructora de la Cámara de Diputado, que preside el morenista Pablo Gómez, haya impulsado el procedimiento
El tema fue sacado unilateralmente del dictamen por la dirigencia del grupo guinda en San Lázaro.
La avalancha de críticas que provocó esa negativa los obligó a prometer un segundo período extraordinario –el 11 de agosto– para ver el jaloneado tema.
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Fue un choque entre panistas y morenos. El PRI no subió a tribuna. Estuvo más cerca de Morena a la hora de votar las reservas. El perredista Miguel Mancera, único integrante de la Permanente, tampoco dio señales de vida. Malas noticias para el Bloque de Contención.
El nivel del debate anduvo por los suelos. Destacaron en este departamento los diputados de Morena, María de los Angeles Huerta y Rubén Cayetano.
Les faltaban argumentos. Les sobraban descalificaciones.
Cayetano decía a los panistas: “les encanta tiznar”, “recua de simuladores hipócritas”.
Respuesta relámpago de Xóchitl Gálvez:
“No hay que llegar ni a la ofensa, ni a la estridencia para llamar las cosas por su nombre. Ustedes se han llenado la boca de estar en contra de la corrupción.
“Y ahí tienen a Manuel Bartlett, un hombre que le robó la presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas, como el ícono de la honorabilidad…”
Cayetano andaba prendido. Ya encarrerado se volvió a ir en contra de Ricardo Monreal, coordinador de los senadores de Morena. El martes lo acusó de haber tumbado los acuerdos para el extraordinario. Ayer le hizo un exhorto y hasta lo amenazó:
“Exhorto al Senador David Monreal (se llama Ricardo) para que actúe con la congruencia que demanda la Cuarta Transformación en materia de justicia…
“No me vayan a quedar mal, porque de lo contrario, como dijo una paisanita mía de allá de Marquelia, mi boca me la van a oír, y ya saben que yo no amago.”
La respuesta a Cayetano vino turnos después en boca del senador de Morena, Alejandro Armenta:
“No es admisible un exhorto a la coordinación, que, por cierto, se equivocan, porque no se llama David. Es seguramente un desliz psiquiátrico el que lo llevó a desconocer el nombre… En los pueblos se dice que cuando la perra es brava, hasta a los de casa muerde”.
Cayetano no se quedó con el golpe. Pidió la palabra por alusiones. De nuevo contra Monreal:
“Se regodea lanzándome a uno de sus peones a descalificarme y con toda su perversidad acostumbrada en salir bien librado, pensé que era un hombre de diálogo.
“Respete usted, senador, la investidura que le concedió el estado de Puebla. No se abarate, eso de hacerle la segunda al autodestape, es como el comedido, que siempre queda mal.”
Ese fue el tono del debate. Al final, se aprobó por unanimidad el período extraordinario, sin los desafueros. En la agenda de la sesión: la prórroga de un mes a la Ley que prohíbe la subcontratación y los nombramientos de los titulares de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O y de la Función Pública.
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Anticipamos un “martes negro” en materia de mortalidad en México. Fue un “jueves negro”. Lo confirma el INEGI. Se esperaban de enero a diciembre 2020 un total de 749 500 defunciones y ocurrieron 1 075 779. Un exceso de mortalidad por todas las causas de 326, 279, equivalente al 43.5 por ciento.
La causa principal del incremento fue la pandemia de Covid-19, que ocasionó 201 mil 163 decesos.
El 92.4% de las defunciones se debieron a enfermedades y 7.6% a causas externas: accidentes (32,334), homicidios (36,579), suicidios (7,896) y eventos de intención no determinada (5,578).
Datos duros, dolorosos.