Carlos Arturo Baños Lemoine.
“¡Fuera máscaras!”… “¡Basta de simulaciones!”… ¡Qué bueno que el Nerón de Palacio Nacional lo tiene muy presente!
Desde siempre, en este espacio hemos sostenido que Andrés Manuel López Obrador es un vulgar comunista disfrazado de “cristiano” y de “humanista”. Pero cada vez se descara más y, ya de plano, a últimas fecha ha salido del clóset.
Su abierto y descarado apoyo a la putrefacta dictadura comunista de Cuba lo pinta de cuerpo entero. No sólo es el detalle de haberle puesto “Ernesto” a su hijo menor, en honor al despiadado asesino Ernesto “Che” Guevara. Se trata de su actitud constante de apoyo a un régimen dictatorial que tanto daño le ha hecho a los cubanos de, al menos, cuatro generaciones. Seis décadas han tenido que soportar los cubanos a un régimen que les prometió el “paraíso en la tierra” y sólo miseria y represión les ha dado.
Podemos comprender la esperanza de las primeras generaciones: nadie puede negarse a una posibilidad de mejoría. Pero el tiempo ha pasado y, a estas alturas, el saldo es negativo, por donde se lo vea. ¡Y no hay pretextos para seguir siendo imbéciles!
El comunismo en Cuba ha fracasado, como fracasó el comunismo en la Unión Soviética, el centro del imperialismo rojo. Vaya, para tenerlo más simple: el comunismo ha fracasado en todos lados. Pero el régimen cubano se obstina en su estupidez y prefiere que la gente se muera de hambre antes de reconocer su fracaso. ¿A quién se parece, a quién se parece?
La Cuba comunista de los Castro vivió siempre como una rémora de la Unión Soviética, porque, para los soviéticos, la Cuba comunista representaba un fastidio permanente para el “imperialismo yanqui”. Cuba siempre fue un peón mal pagado de los soviéticos. Además, Cuba funcionaba como centro de difusión de las ideas comunistas en toda América Latina. Sólo por eso la Cuba comunista se sostuvo por tanto tiempo.
Así, cuando cayó la Unión Soviética (1991) y los comunistas cubanos se vieron totalmente desnudos (el famoso “período especial” de los noventa del siglo XX), los Castro y sus cortesanos tuvieron que lidiar con la cruda realidad: el fracaso total de la Cuba comunista.
Los comunistas cubanos ahora lloran y lloran por el “bloqueo gringo”, que realmente es una sanción comercial por el robo que padecieron los empresarios gringos a raíz del “triunfo de la revolución”: una expropiación sin justa indemnización es un robo.
López Obrador y sus funcionarios-floreros han solicitado que se acabe con el “bloqueo”, porque no entienden cuál es el alcance de la vulneración de los derechos de propiedad. Obvio, son comunistas al más puro estilo de “La propiedad privada es un robo”.
Por mucho tiempo, los comunistas cubanos no chillaron tanto por el “bloqueo gringo”: se ufanaban de contar con el COMECON. Pero cayó la URSS y ya no hubo más COMECON.
Para suerte de los Castro, al gobierno de Venezuela llegó el gorila Hugo Chávez (1999)… ¡y a vivir otra vez del parasitismo! Pero así como el comunismo no funcionó en Cuba, tampoco ha funcionado en Venezuela. Ahora, ambos países están pudriéndose en la miseria y la represión ante cualquier brote de inconformidad.
Y aquí entra en escena el Tirano de Macuspana, Andrés Manuel López Obrador, con la ocasión propicia de sentirse el “Salvador de la Patria Grande Comunista”, para entregar parte de la propiedad de los mexicanos a las dictaduras rojas de América Latina, comenzando por la dictadura cubana. Descaradamente, López Obrador envía “ayuda humanitaria” a la dictadura isleña, para dotar de oxígeno político a un régimen moribundo.
Y no sólo eso: López Obrador pide que se declare a la Cuba comunista como “patrimonio de la humanidad”, como si tuviera algo de encomiable un régimen que le jode la vida a sus habitantes, teniéndolos en sobrevivencia de pan y agua, y con un amenazante garrote sobre la cabeza.
Para colmo, López Obrador pide, ante el concierto de las naciones, que se levante el “bloqueo inhumano” contra Cuba, cuando lo que debe pedir para Cuba son elecciones libres dentro de un régimen pluripartidista, donde los cubanos que recientemente tomaron las calles puedan votar por algo que no sea el oficial, el único y el podrido Partido Comunista de Cuba.
Pero no esperamos más de Andrés Manuel López Obrador, un vulgar comunista en funciones de lacayo del comunismo internacional y, en especial, del comunismo cubano.
Y los mexicanos demócratas debemos gritarle al mundo entero que López Obrador no nos representa y que exigimos, para nuestra querida Cuba, elecciones libres, economía de libre mercado y prensa libre.
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