Rubén Cortés.
Los militares son hoy los únicos con la solución a la quiebra que dejó el populismo en Cuba y Venezuela. La militarización diseñada por sus gobiernos deja a su gente en las peores manos. El populismo mexicano es igual: militariza la seguridad, penetra la vida civil con militares en bancos, construcción, salud, aduanas.
En Venezuela el desastre de la militarización es irreversible: la ONU la acusa de asesinatos “de lesa humanidad” en un informe de 443 páginas, que establece como responsables al presidente, al vicepresidente y la cúpula militar.
En Cuba, los militares dirigen con métodos científicos la biopólitica: construcción y gestión de hoteles, tienditas de barrio, hospitales, escuelas, cementerios. Hoy, sólo en sus manos está imitar a sus alumnos venezolanos, o encabezar la transición democrática.
En México, entre tantas inquietudes que genera la borrachera de poder populista desde que ganó las elecciones presidenciales en 2018, figuran dos especialmente, que van de la mano de los militares porque el presidente basa su poder cada día más en ellos:
1.- El Ejército apenas se dedica a perseguir criminales (van 90 mil asesinatos desde 2018), sino a construir aeropuertos y líneas férreas comerciales, sucursales bancarias y más obras civiles. Compra cajeros automáticos a China, dirige aduanas, la marina comercial.
2.- El Ejército encabeza la acelerada socialización de la planta productiva que impone el gobierno populista para eliminar la clase media y la propiedad privada. El Ejército otorga licitaciones a dedo y trabaja con y para la oligarquía de empresarios del gobierno.
Salvando por ahora (sólo por ahora, pues los años pasan rápido) las distancias de México con Cuba y Venezuela, lo cierto es que los soldados mexicanos desplazan a los civiles no únicamente en las instituciones de poder, sino también hasta en las chambas.
Porque mientras en México 10 millones de personas pasaron a ser pobres, y 12 millones han estado sin trabajo en algún momento, el gobierno tiene a los soldados construyendo sus obras para no gastar el pagarle a millones de albañiles desempleados.
Se entiende entonces la decisión de Estados Unidos de prohibir que vaya ni un solo dólar al Ejército de los 158 millones que aporta anualmente a México por convenios de la relación biletaral, al considerar que los militares están infiltrando la vida civil del país.
Y, con Cuba, prohibió a las empresas norteamericanas hacer transacciones en negocios de remesas con empresas cubanas pertenecientes a las fuerzas armadas. Los cubanos de Miami mandan al año a la isla unos 33 mil millones de dólares en efectivo.
Y, a Venezuela le impuso sanciones comerciales que acentuaron su quiebra económica, por los crímenes de lesa humanidad de su Ejército.
Por ahí hay que observar lo que ocurre hoy en Cuba.