Carlos Arturo Baños Lemoine.
Hoy por hoy, Cuba es escenario de masivas y legítimas exigencias de “libertad” frente a la dictadura comunista que ha fastidiado a esa isla desde 1959 (si bien Fidel Castro se proclamó “marxista-leninista” en 1961, tras la fallida invasión a Bahía de Cochinos).
Las históricas manifestaciones que, pese a la brutal represión por parte de la dictadura, se están viviendo en Cuba, han dado pie a que resurjan las viejas discusiones en torno al conflicto entre capitalismo y comunismo; discusiones que fueron muy acaloradas por décadas y que, ahora, no tienen razón de ser porque la historia ya ha dado su veredicto al respecto: triunfó el capitalismo, y, con el capitalismo, también triunfaron la poliarquía, la lógica de “los pesos y los contrapesos”, la división de poderes, la democracia pluralista, las elecciones periódicas y la prensa libre. Pero hay gente de mente bruta y totalitaria que todavía se obstina en negar o en soslayar la evidencia empírica que ha dejado el más reciente siglo y medio de la historia de la humanidad.
De hecho, Cuba es uno de los más podridos retazos que ha dejado el comunismo a nivel mundial. Se trata de un cuerpo moribundo que sigue dañando a millones de seres humanos dentro de la isla porque millones de seres humanos fuera de la isla siguen apoyando, estúpidamente, a la dictadura comunista de los Castro y de sus secuaces.
Muchos son los “rojillos” de América Latina que siguen alabando y adorando al régimen castrista… ¡porque no viven en Cuba! Es tan fácil ser comunista cuando no se padece el comunismo. Pero la evidencia empírica es contundente: hoy en día, olas y olas de migrantes desean salir de los “paraísos socialistas”, Cuba entre ellos, para vivir aunque sea de forma ilegal y marginal en los países capitalistas o, al menos, más cercanos al capitalismo.
¿Cuántos habitantes del mundo desean ir a vivir a la Cuba comunista? ¿Y cuántos cubanos que viven en la Cuba comunista desean salir de la isla para vivir en algo que no sea la Cuba comunista? La evidencia empírica no miente: Cuba es un campo de concentración, de represión política y de explotación laboral de millones de seres humanos para beneficio de la cúpula político-militar que encabeza la mafia castrista.
En Cuba se violan sistemáticamente derechos humanos fundamentales, mientras el régimen considera “grandes logros” el adoctrinamiento ideológico (dizque derecho a la educación), el acceso a camas desvencijadas en eterna espera de que haya medicinas e insumos quirúrgicos (dizque derecho a la salud) y la ocupación de viviendas salitrosas a punto del derrumbe (dizque derecho a la vivienda); esto sólo por mencionar los principales “derechos sociales”.
Y los cubanos isleños deben aplaudir a regañadientes los “logros de la revolución” porque, desde los primeros años de la “revolución”, los hermanos Castro lograron establecer un eficaz régimen policíaco-represivo, sustentado en la operación de los oprobiosos Comités de Defensa de la Revolución (CDRs), centros de espionaje distribuidos a todo lo largo y ancho del territorio isleño.
A eso agréguenle que el régimen comunista incautó todas las naves de mar, para que la gente no pudiera salir de la isla, y confiscó todas las armas de fuego, para que la gente no pudiera rebelarse a bala contra el régimen. ¿Así o más jodido el asunto?
Cuba, pues, se convirtió en un campo de concentración al servicio de la Unión Soviética en el marco de la Guerra Fría. Fidel Castro supo que sometiéndose al imperialismo soviético tenía garantizada la impunidad y la continuidad vitalicia. Fidel Castro hizo de Cuba “la jinetera” de los soviéticos, creyendo que la URSS tenía vida eterna.
Por ello, cuando cayó la Unión Soviética (1991), Cuba descubrió el verdadero nivel de su miseria económica. El llamado “período especial” le demostró a Cuba el alto costo de su sometimiento a la URSS. Curioso: para salir de su crisis, Cuba tuvo que echar mano de la maldecida “iniciativa privada”.
Por supuesto que la dictadura no ha dejado de lloriquear por el “bloqueo” impuesto por los EEUU, que en realidad es una sanción de carácter comercial por las muchas empresas y propiedades gringas que se quedó “a la mala” la dictadura comunista. EEUU sólo defiende los derechos de propiedad de sus ciudadanos, como tendría que proceder cualquier Estado que se precie de serlo. ¡Tan bueno es el capitalismo que hasta la dictadura comunista de Cuba se queja de no poder comerciar con él!
Todo esto nos sirve para entender por qué está pasando en Cuba todo lo que está pasando.
Los cubanos disidentes no la tienen sencilla: Cuba es un campo de concentración en una isla. La dictadura comunista que allí impera tiene muchos mecanismos de control y de represión. Pero sigamos haciendo votos para que el pueblo de Cuba se deshaga de esa porquería de régimen, y sigamos haciendo votos para que esa porquería no se expanda más por Latinoamérica.
Finalmente, recordemos que en México tenemos un gobierno que adora al régimen comunista de Cuba: el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
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