Isaías Villa González**.
El 27 de enero de 2016, el entonces precandidato Republicano a la presidencia de EEUU, Donald Trump, manifestó en Iowa “Tengo a la gente más leal. Podría pararme en la 5ª Avenida y disparar a la gente y no perdería votantes”. Pese a esa y otras declaraciones altisonantes, extremistas (de los migrantes mexicanos dijo eran “delincuentes, corruptos y violadores”), Trump resultó electo.
Ese pasaje viene a la memoria, al revisar los resultados de la Encuesta Julio 2021 de “México Elige”*, sobre la opinión de los mexicanos acerca de la problemática del país, y la evaluación de sus gobernantes. Dos datos quisiera destacar:
El 67.6% de los encuestados consideran que hay corrupción en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (percepción que subió 2.2% respecto al mes anterior); 22.1% dice que no hay; y un 10.3% respondió que no sabe. Entre los personajes más corruptos ubican a Ana Gabriela Guevara, a Manuel Bartlett y a Octavio Romero.
Pero en la evaluación del Presidente, éste ha subido 1%, alcanzando 55.4% de Aprobación, a pesar de que AMLO”, arremetió contra la clase media “aspiracionista” a la que culpó de sus malos resultados en las pasadas elecciones; de que, en ocasión del 3er aniversario de su triunfo presidencial pudo evaluarse sus nulos resultados en las materias que más preocupan a la ciudadanía (seguridad, pobreza, crisis económica, salud, desempleo, según la mencionada Encuesta.); y de que fue difundido un video donde su hermano Martin Jesús López Obrador, “Martinazo”, recibía sobres con fajos de billetes, del operador político verde-morenista David León.
La gente sigue considerando a la corrupción como “el principal problema del país”: 25.5% de los encuestados así lo manifiestan. Y cómo no: además del austericidio y la mala priorización del presupuesto público, es clara la insuficiencia de recursos para atender los males nacionales de mejor forma.
Por eso es paradójico que, a la vez, no condenen más estas conductas del círculo cercano, familiar y partidario, del presidente López Obrador. Un comportamiento reiterado ampliamente documentado, que revela ya un modus operandi. ¿Será, como decía Peña Nieto, que la corrupción es una “debilidad de orden cultural” de los mexicanos? Y, complementando desatinos, las maromas verbales para justificar esos hechos, simplificadas en la expresión “Morena roba pero algo reparte”. Lo real es el cada vez más evidente fracaso de AMLO en el combate a la corrupción, que ha sido una de sus principales ofertas políticas, y sus crecientes dificultades para excusarla y encubrirla.
Trump y AMLO se asemejan mucho, en ideas populistas, antisistémicas, renuentes al progreso cuidadoso con el medio ambiente; y en su hostilidad contra la libertad de expresión de los periodistas, p.ej. Los Demócratas colocaron una alternativa fuerte y derrotaron a Trump en sus locuras supremacistas y en sus afanes de reelección. Las fortalezas institucionales del vecino país, como nos recuerdan Ziblatt y Levinsky en su libro “Cómo mueren las Democracias”, lo sustentaron, parando en seco el aventurerismo de los fanáticos seguidores trumpistas, que incluyó el asalto al Congreso norteamericano.
En México sería de esperarse la triple vertiente: que la ciudadanía quiebre la inmunidad otorgada a AMLO, valorando la realidad de su gobierno en cuanto corrupción y nulos resultados; que la oposición construya una alternativa de cambio, fuerte y creíble; y que nuestras instituciones, los poderes legislativo y judicial, las electorales, las fuerzas armadas, los niveles locales y municipales de gobierno, estén a la altura de la soberanía cívica del sufragio.
*México Elige, “Estudio Nacional de Opinión Pública”, Investigaciones Digitales, 11 Julio 2021.
**Fundador y Consejero Nacional del PRD.
