AMLO el autócrata y el ensordecedor silencio de los “demócratas”, hoy en la 4T

Isaías Villa González

Isaías Villa González*.

A 3 años del triunfo electoral del presidente Andrés Manuel López Obrador, se puede concluir que la principal característica que lo ha distinguido ante México y el mundo ha sido su propensión autocrática. No le es exclusiva: existe una ola de personajes populistas autoritarios en el orbe; pero sus excesos son asombrosos.

Varios temas recientes lo ejemplifican: la pretensión de “extender el mandato” del Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Ministro Arturo Zaldívar, como ensayo de la reelección presidencial; sus embates contra el Instituto Nacional Electoral (INE); el desaire al Gobernador michoacano Silvano Aureoles, quien busca aportar pruebas que el presidente exigió, de la intervención del crimen organizado en las pasadas elecciones; y su más reciente puntada de establecer un “quién es quién en las mentiras”, como forma de amedrentar y censurar el ejercicio periodístico y la propia libertad de expresión en general.

Para muchos, el talante autoritario del presidente López Obrador no es sorpresa. De hecho, Andrés Manuel se fue separando y salió del PRD, porque un conjunto de liderazgos y militantes buscamos dar nuestras opiniones, y esa convicción chocó con quien siempre ha querido imponer una verdad única y exige sometimiento ciego.

Por ello resulta impresionante ahora la monumental complicidad del silencio de muchos integrantes de la autollamada 4T, quienes lucharon con los sectores progresistas de la sociedad durante décadas, para abrir y establecer espacios de libertades democráticas, y construir instituciones que modularan, distribuyendo y acotando, al poder público. Quienes ahora son omisos y callan, a pesar de contar con cargos partidarios y de representación popular, además de espacios destacados en la opinión pública, que les posibilitarían dar puntos de vista, hacer propuestas, matizar, esos excesos antidemocráticos del presidente de la República.

No hablamos de su desaparecido gabinete, ni de los cuantiosos devotos, capturados por fanatismo y prebendas. No. ¿En dónde están esos personajes otrora demócratas? Los de la generación del 68, que lucharon por las libertades democráticas, como Pablo Gómez; que reformaron y abrieron a la izquierda, como Alejandro Encinas; que rompieron con el salinismo y crearon el Frente Democrático Nacional, como Ifigenia Martínez; expanistas de aquél Foro Doctrinario, como Bernardo Bátiz; figuras de la transición democrática como José Agustín Ortiz Pinchetti; intelectuales respetables como Lorenzo Meyer; luchadores sociales como Malú Micher o Alfonso Ramírez Cuéllar o Jesús Martín del Campo.

El espíritu de la Ilustración significó desde el siglo XVIII, la posición liberal de divergir de los dogmas y excesos del poder, para con las razones abrir caminos de progreso. Las libertades democráticas, los derechos colectivos, los sistemas republicanos, el Estado laico, son su realización. México logró su transición democrática, y aunque luego la corrupción se enseñoreó, sobre todo con Peña Nieto, y la democracia no ha rendido suficientes frutos para mejorar las condiciones sociales de la gente, se debe evitar regresar al pasado de la autocracia presidencialista omnímoda. Es condición para seguir avanzando.

Se está a tiempo de que muchos de los personajes y fuerzas que adquirieron autoridad moral y política por su historia de lucha, esfuerzo y construcción de nuestra democracia, se deslinden de las pretensiones dictatoriales, como lo han hecho Porfirio Muñoz Ledo y Germán Martínez de manera destacada. De cualquier forma la ciudadanía mexicana, su sociedad civil organizada y las fuerzas políticas progresistas, vamos a evitar que regrese el pasado autoritario.

*Fundador y Consejero Nacional del PRD

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