Carlos Arturo Baños Lemoine.
El Presidente Andrés Manuel López Obrador sigue con un gran ardor de piel. Se nota que, de plano, la Vitacilina no le ha hecho efecto. El pasado jueves 24 de junio, durante su homilía matutina, de nuevo la emprendió contra la clase media que lo castigó en las pasadas elecciones por su mal desempeño como gobernante.
Al Presidente le dolió mucho que, a diferencia del 2018, en este 2021 el voto no lo favoreciera en las zonas urbanas con mayor educación e ingresos medios. Sí, así fue: la clase media lo castigó. Y lo peor de todo es que, analizando la cartografía electoral, sección por sección, también debemos inferir que alguna parte de la clase baja no votó por el proyecto político de la Cuarta “Transtornación” Mental; ojo, de esa clase baja que incluso ha sido beneficiaria de los programas limosneros y clientelares del obradorismo.
López Obrador hizo hasta lo imposible para estirar el presupuesto público a objeto de comprar millones de votos desde el gobierno, pero no le alcanzó. No olvidemos que el gobierno es el principal comprador de votos: para eso son los “programas sociales”, es decir, los programas limosneros.
Y por supuesto que sabe que muchas de las gubernaturas que ganó son chocolates envenenados, porque se las debe, al menos en parte, a los grandes cárteles del narcotráfico, mismos que han crecido al amparo del gobierno de López Obrador. Como ejemplo, allí está el gran corredor del Cártel de Sinaloa: Nayarit, Sonora, Sinaloa, Baja California y Baja California Sur.
Por ello, desde el fondo de su amargura y de su frustración, AMLO volvió a emprenderla contra la clase media y vaya forma en que lo hizo: vinculando a la clase media “manipulada” con el ascenso del dictador Adolfo Hitler en Alemania, con el golpe de Estado contra el inepto socialista Salvador Allende en Chile y con el asesinato del blandengue hacendado Francisco I. Madero en México.
Para contrapesar las ocurrencias pejistas, hay que recordarle al charlatán que vive en el lujosísimo Palacio Nacional que de la clase media “iluminada” (e incluso de la clase alta) han salido muchos de los “grandes líderes del comunismo”, varios de los cuales establecieron horrendos régimenes totalitarios que presumieron de ser “paraísos proletarios” o “paraísos socialistas”, con los oprobiosos resultados que ya todos conocemos (porque somos de esos clasemedieros que leemos de vez en cuando).
De inicio, ahí está el mismísimo pobre judío pobre llamado Carlos Marx, un burguesito pretencioso que despilfarró la herencia paterna, que se casó con una noble alemana para ver qué le sacaba y que buena parte de su existencia vivió de las limosnas que le daba su amigo Federico Engels, un “nene rico”, un “hijo de papi”, un “pirrurris”, un “fifí”, que, a su vez, vivía de explotar a los obreros de las fábricas que le dejó su papá empresario. ¡Pura putrefacción comunista!
¡Y de allí para adelante, mis amigos!
Sin tratar de ser exhaustivos, no olvidemos que Lenin, Trostki, Mao Zedong, Ho Chi Minh Pol Pot, Fidel Castro, Ernesto “Che” Guevara y Salvador Allende no tuvieron un origen proletario ni durmieron en cunas de paja. Todos estos comunistas venían de familias acomodadas.
Todos estos y otros granujas de similar naturaleza hicieron de su rollo comunista la fuente de la desgracia de millones de seres humanos. Estos patanes llegaron al poder para mantener en la pobreza y en la opresión a millones de seres humanos, a los que previamente les habían prometido el “paraíso en la tierra”. Y, claro, ellos nunca padecieron las muchas privaciones cotidianas de los mortales que gobernaban.
Al igual que el Nerón de Palacio Nacional, todos esos sinvergüenzas se llenaban la boca de frasecitas demagógicas a favor del “hombre nuevo”, de la “fraternidad universal”, de la “dictadura del proletariado”, del “nuevo amanecer de la humanidad”, de la “profunda transformación social”, de la “revolución de las conciencias y las estructuras sociales”, de la “justicia social”, del “fin de la opresión”, de tanta y tanta basura verbal.
Al igual que el Nerón de Palacio Nacional, todos esos cínicos y barbajanes se asumieron como “los representantes y los defensores del pueblo”, cuando en realidad sólo fueron vulgares dictadores que sometieron y fastidiaron a sus pueblos “en nombre del pueblo”.
Esto es lo que debemos recordarle a Andrés Manuel López Obrador, el Nerón de Palacio Nacional, cada vez que intente relacionar a la clase media “manipulada” con políticos tan aborrecibles como Adolfo Hitler, Augusto Pinochet y Victoriano Huerta.
Hay que recordarle a López Obrador que los clasemedieros “manipulados” que votaron en su contra este 2021, lo que pretenden con su acción política es evitar que López Obrador siga acumulando poder para su putrefacta dictadura populista, que tanto daño le está haciendo a este país.
Para concluir, deseo de todo corazón que ustedes, mis apreciables amigos, se sigan dejando “manipular” por auténticos aires de libertad.
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