Hay tres componentes de lo que es ser padre en nuestro país: buen proveedor, asumirse como protector-autoridad y educador, afirmó Juan Guillermo Figueroa Perea, académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
“La situación actual de la paternidad en México es ambivalente, no es fácil saberla, no hay datos desglosados suficientes, pero lo cierto es que cada vez hay más cuestionamientos de qué significa ser padre.”
A propósito del Día del Padre que se conmemora este 20 de junio, el especialista en el tema aseguró que también está el papá descrito como violento, autoritario y ausente, pero cada vez es más difícil que la gente incorpore en la categoría de paternidad “la experiencia lúdica y conviviente”, que es vital.
Al acercarse y trabajar con jóvenes de entre 20 y 29 años, que ya tienen hijos y preguntarles cuál es su modelo o qué tipo de paternidad buscan ejercer, han respondido que lo único claro es no ser como sus propios padres. “Él es mi contra ejemplo, lo que hizo conmigo es lo que yo menos haría con mis propios hijos”, han mencionado algunos.
¿Papá?
El debate sobre si México es un país sin padres fue abierto desde finales del siglo XX y refrendado hace más de una década cuando, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en cuatro de cada 10 hogares (Censo de Población y Vivienda 2010) no vive el papá, incluso actualmente donde hay niños de cero a 14 años, el padre vive solo con ellos en uno de cada 100 casos.
“Sin querer justificar a nadie, hay muchos ausentes o que se ausentan, porque la sociedad los entrenó a que ser padre es sólo responsabilidad y le dieron poca importancia a la educación y a la parte gratificante, a la parte lúdica, a la que te permite aprender, que te divierte, que te entretiene, que te hace crecer como persona.”
Figueroa Perea aclaró que no es lo mismo alguien que nunca vuelve a hacerse presente, a quien está fuera de casa, “pues está cumpliendo lo que la sociedad dijo que les tocaba principalmente a los hombres: ser proveedores económicos”.
Al ausente por ser proveedor, continuó, y que se le califica como un defecto, se le complica y se le limita la convivencia con sus hijos y ahí también entra la salud de él mismo.
“La situación actual de la paternidad en México es ambivalente, no es fácil saberla, no hay datos desglosados suficientes, pero lo cierto es que cada vez hay más cuestionamientos de qué significa ser padre”.
Juan Guillermo Figueroa
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
“Si yo solamente proveo y no veo a mis hijos estoy perdiéndome de mucho, y si, además, proveo obsesivamente en condiciones de trabajos precarios, puede que mi salud se afecte y que nadie vea que mi deterioro físico pudiera estar asociado a mi experiencia de ser papá”, expuso el doctor en Sociología y Demografía por la Universidad de París-X Nanterre.
Hasta 2019, sólo 369 mil 210 menores de 15 años, de los más de 33 millones en ese rango de edad (Inegi) vivían solos con sus padres varones, por divorcio, separación, viudez, o abandono. Se calcula, además, que 796 mil hombres son cabeza de familia sin la figura materna.
Hijos de su padre
El universitario, experto en derechos reproductivos de los varones, planteó si los sujetos masculinos que tienen hijos le dan o no vida a las personas o sólo es la mujer. “¡También son hijos de su padre!”.
Por eso y otras convenciones, abundó, muchos hombres se han empezado a cuestionar incluso, si tienen derecho a estar más cerca de los hijos. “Creo que yo también di vida a mis hijos y si alguien dice que su madre fue la única, digo: ¡yo también!, yo participe en ese proceso, poco se nombra a que el padre fue también quien nos dio la vida”.
“Los hombres no peleamos por estar en los partos de nuestros hijos, es un evento que define vínculos afectivos. En México aún se restringe ese acceso en instituciones públicas, los varones rara vez pugnamos por nuestros derechos reproductivos, como es el hecho de tener permisos más amplios para estar con ellos, para acompañarlos cuando se enferman y sea justificable laboralmente”, indicó.
Juan Guillermo Figueroa manifestó que hay una tentación de muchas personas, incluso mujeres, a autocuestionarse o autodescalificarse diciendo que son las propias madres las que educan a los machos que luego ellas mismas critican.
“Eso únicamente reproduce la idea que sólo las madres educan y socializan con los hijos; no obstante, si una mujer les pide a sus hijas que atiendan a sus hijos varones e impide a ellos que hagan cosas domésticas, pues tanto hijas e hijos reproducirán esos estereotipos cuando hagan su propio espacio familiar.”
Todo eso agregado a que la cultura social, algunos programas en los medios de comunicación e incluso el futbol (en donde se usa mucha la expresión de que un equipo que le gana a otro frecuentemente ejerce paternidad sobre el otro, “lo domino, lo someto”), influyen y replican el discurso de paternidad como la máxima autoridad en un contexto determinado.
“Por eso, investigadores y activistas hemos abogado por democratizar los espacios familiares, cuestionando el discurso de la paternidad actual”, concluyó.
Padres universitarios
Camilo Camacho Jurado, además de ser violinista, psicólogo y docente en la Facultad de Música, es papá de una pequeña en edad preescolar. “Me autodefino como padre, como uno en construcción, uno que no sabe serlo, pero que quiere ejercerse, reconstruido, repensado y en aprendizaje”.
Extiende la sonrisa tras anunciar que su paternidad se ampliará en unos meses y de inmediato confesó que esa parte de ser el padre proveedor le pesa mucho. “Lo confieso, me veo en ese estereotipo y me preocupa; por supuesto que quiero que mi familia tenga lo mejor, que viva feliz, pero en un sistema donde la mayoría de la población mundial vive con bajos recursos, eso implica trabajar el doble, ahora uno puede tener un doctorado y estar en el desempleo”.
Lo anterior quiere decir, prosiguió, que mucho del tiempo que invertimos para que la familia tenga los recursos mínimos necesarios para vivir, nos aleja de ésta y de nuestros hijos; obviamente eso genera una problemática: solucionas una cuestión económica, pero creas otros inconvenientes que tienen que ver con lo emocional, que va creando dificultades en el desarrollo de nuestros hijos.
¡Qué padre!
Pablo Macedo Angulo se convirtió en papá en el epilogo de su licenciatura en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, apenas se le asomaban los 20 años de edad. Emigró un tiempo a Estados Unidos con todo y su familia; la guía fue que abrevó lo positivo de su propio padre, “traté de no cometer los mismos errores, sino de hacerlo mejor”.
Tras una tormenta de tiempo y espacio, Pablo mencionó que “el secreto” es que siempre se ha preocupado por tratar a sus hijas con mucho respeto.
“No es fácil estar en la faceta paternal: la logística en Ciudad de México complica las distancias, pero siempre me he esforzado para que el tiempo que esté con ellas, estar realmente y realizar actividades juntos, ponerles atención, que sepan que estoy presente.”
La pandemia, dijo, nos benefició a muchos padres, porque con el confinamiento nos dio la oportunidad de hacer varias cosas que ya no hacíamos juntos: labores domésticas, compartir la comida, hacer la tarea, entre otras.
“Ser papá de dos chicas no ha sido fácil por la realidad en nuestro país que viven todos los días las mujeres. Tienes que estar muy cerca: escucharlas, ponerte en su lugar y tratar de ser lo más expresivo y generoso posible, pensando que el modelo que tienen de hombre soy yo”, remató.
UNAM Global