Alejandro Zapata Perogordo.
Un proceso electoral inédito, plagado de sorpresas, guerras de encuestas y cifras alegres. Hace un año las predicciones colocaban como imparable al partido del Presidente, los sondeos pronosticaban una marcada predominancia a su favor, dando la apariencia de que los procesos serían un simple trámite, sin embargo, las cosas parecen haber cambiado.
El principal protagonista de estas elecciones es el Presidente de la República quien se ha colocado en su papel de candidato a vencer sin estar en la boleta, su injerencia en las campañas durante las mañaneras indudablemente tiene tintes electorales, sin embargo, la estrategia de poner la agenda nacional procurando impactar en los resultados no ha sido del todo efectiva.
De hecho, el hablar tanto, dígase en exceso, lo ha llevado a tener en ocasiones posturas contradictorias, a la par, que exhibe recurrentemente sus molestias e intolerancia, llegando al extremo de agarrar pleitos con medio mundo, así vemos como desde el púlpito de palacio descalifica al INE; la ASF; al Banco de México; a los Órganos Autónomos; al Poder Judicial; a los académicos, intelectuales, empresarios, periodistas, adversarios políticos y gobernadores.
A la vez defiende a impresentables candidatos y personajes de su partido acusados de conductas criminales, aspectos que no pasan desapercibidos frente a un electorado desconcertado y una ciudadanía harta y estresada por la pandemia y la situación económica.
Si a eso le sumamos la ola de violencia, ejecuciones e inseguridad que se padece, aunado a la lamentable tragedia de la línea 12, donde nadie es responsable y todos batean el asunto y los magros resultados en materia de corrupción, la situación se torna impredecible.
Esos aspectos no pasan desapercibidos en el ámbito de la actual administración, que observando las tendencias ha decidido dar un giro, tomando la bandera del combate a la corrupción: “la honestidad valiente”.
Así se va en contra del gobernador de Tamaulipas vulnerando la soberanía estatal, dejando entrever a través de filtraciones que también se encuentran en el banquillo de los acusados los expresidentes.
Al desconocer los expedientes es difícil pronunciarse sobre el fondo del asunto, sin embargo, es motivo de suspicacia que se eche a andar en época electoral, sobre todo, cuando se trata de adversarios políticos, dejando de lado y en la impunidad a aquellos que están de su parte: a los enemigos justicia a secas; a los amigos justicia y gracia.
Es palpable que no se trata de una mera casualidad, los indicadores les muestran un nivel de competencia diferente al que habían previsto, así las cosas, incursiona a implementar una fase derivada de una real preocupación, después de haber realizado el corte de caja seguramente se percató que los números no le daban.
El hecho de hacer justicia selectiva y aprovechar además para persecución política con fines electorales, es uno de los actos de corrupción más deleznables, la justicia tiene que ser pareja o no es justicia. La moneda está en el aire.