Por. Patricia Betaza
A partir de hoy he decidido dejar de beber alcohol por tiempo indefinido. Así le dice Aurea a su tía luego de una megaborrachera de fin de semana. Qué bueno que lo decidiste, creo que no te sienta nada bien tomar alcohol. Te encontré caminando de lado hasta que te senté en la escalera del edificio para que vomitaras todo lo que te habías bebido. Por cierto, vomitaste líquido azul. Seguro tomaste vodka con alguna bebida energizante de ese color. Tía pero independientemente de que ahora sí se me pasaron las copas, la verdad es que decidí cortar por lo sano con el alcohol, porque me he dado cuenta que no se puede ir a una reunión y tomarte una o dos copas. Todo mundo te insiste y te insiste hasta que o terminas hartándote y te largas del lugar o cuando menos te lo esperas, ya te tomaste cinco copas y de ahí francamente me resulta imposible parar. De verdad, le dice angustiada la joven de 19 años a su tía María, que por fortuna la pudo ayudar a recuperarse antes de que su mamá -que vive en el mismo edificio- la viera en esas condiciones o que terminara en el hospital por una congestión alcohólica. Aurea le platica a María que empezó a beber desde los 14 y que en cuatro años ha pasado, desde no saber dónde está – el famoso black out– a sentirse dos días mal a consecuencia de la cruda. Aunque luego reflexiona y le dice a la angustiada tía, la verdad creo que exagero porque todos mis amigos y amigas, todos, hacen lo mismo y no les pasa absolutamente nada, pero además qué aburrido es estar en una reunión con tus cuates y estar tomando litros de agua o fumar uno tras otro; ¡es imposible socializar así! Lo que la atribulada joven confiesa a su aterrada tía es justamente la normalización que hay en torno al consumo y abuso del alcohol: siempre hay una primera vez, no pasa de una maldita cruda, a todo mundo le pasa lo mismo y ahí el círculo entorno a la bebida. Ese es el tema de la película danesa Otra Ronda dirigida por Thomas Vinterberg y protagonizada por Mads Mikkelsen, Thomas Bo Larsen, Magnus Millang y Lars Ranthe. Narra la historia de cuatro profesores y amigos que dan clases en la misma escuela de Dinamarca. Ambos coinciden en ver en sus alumnos, la apatía, desgano y enfado por los entornos que viven. Ellos también tienen vivencias de ese tipo: vidas monótonas, aburridas, caos familiar. El caso es que deciden ser parte de un experimento con alcohol. Es entonces que ponen en práctica la tesis de un psiquiatra en el sentido de que pequeñas dosis de alcohol te hacen más creativo, relajado y divertido. ¿Por qué no disfrutar de esas cualidades de la bebida?. Así comienzan a ingerir pequeñas cantidades de alcohol. Todo bajo control… hasta que de pronto se dan cuenta de que no todos y por distintos motivos, pueden tener control sobre el alcohol. Pero de ahí el problema de fondo y tal vez el porqué a muchos les cuesta trabajo, pese a los daños físicos y emocionales, dejar la bebida. Otra ronda es estupenda porque efectivamente al grito de ¡otra, otra, otra!, la última y nos vamos, es una frase que pocos cumplen. Por eso Aurea tiene toda la razón.