El engaño del regreso a clases

Alejandro Rodríguez Cortés

Alejandro Rodríguez Cortés*.

El rédito electoral por encima de todo. La apariencia de control en vez de un diagnóstico certero y una estrategia exitosa. La improvisación en lugar de la planeación.

Al gobierno de la mal llamada Cuarta Transformación le urgen éxitos por presumir, aunque estos sean una mascarada. A dos semanas de la elección, los números demoscópicos se cierran y prevén una contienda mucho más competida de la que se había previsto. Morena no arrasará como el propio Andrés Manuel López Obrador calculó desde un principio.

Por eso la presunción de cada dosis de vacuna desembarcada en el aeropuerto internacional de la ciudad de México -bombo, platillos, música y televisión incluidos- aunque sigamos registrando un porcentaje bajo de vacunación; por eso reverdece el semáforo epidemiológico; ahí está también el por qué de dizque regresar a clases presenciales en escuelas públicas y privadas.

Se consuma el último de los engaños de la 4T antes del referéndum electoral. El retorno a las aulas justo un día después del proceso comicial más grande de la historia es una vacilada. ¿Por qué?

Primero, lo más importante: se privilegia mezquinamente la imagen política gubernamental por encima de la salud. ¿De verdad se garantiza la prevención de contagios con los maestros vacunados? ¿Y los niños con su entorno familiar diario? Ya hay casos en otros países de decisiones similares que han traído rebrotes epidémicos, que no parecen ser tomados en cuenta.

Segundo, lo que no tiene que ver con el bienestar pero sí preocupa por el embuste electorero: los estudiantes que decidan acudir nuevamente a sus planteles escolares lo harán tan solo unos cuantos días, pues el ciclo escolar está a punto de terminar. Un par de semanas más y volverán a casa para la pausa de verano.

¿Por qué no planear y ejecutar un plan adecuado de regreso a clases para el nuevo año escolar? Habría un par de meses para regenerar instalaciones, sanitizar salones, recuperar servicios cancelados o hasta mobiliario vandalizado durante más de un año de ausencia.

Pero no. En el gobierno de Andrés Manuel López Obrador todo se hace sobre las rodillas y con base en los cálculos políticos de quien se juega el destino de la segunda mitad del sexenio. Desde Palacio Nacional la señal es: vamos bien, nos estamos vacunando y el éxito se refleja en la supuesta normalización académica, anunciada solo unos días de la cita popular con las urnas.

Timo tras timo, mentira tras mentira. El virus que no era tan letal; la pandemia por la que no habría de qué preocuparse demasiado; el confinamiento de solo unas cuantas semanas de la primavera del año pasado que se extendió muchísimos meses más; el escenario catastrófico de muertes que se multiplicó casi por diez.

Ahora, regresamos a clases con más prisa que razón. Los programas académicos están incluso ya en etapa de exámenes finales. No importa, el caso es presumir algo de un éxito inexistente en todas las políticas públicas de los últimos 30 meses.

Algunos lo creerán, quizá, y eso serán votos. Como los que emitirán aquellos que creen también el cuento de que las vacunas son obra y gracia del presidente de la República y de su partido. Sufragios que Morena y AMLO necesitan urgente y desesperadamente.

 

*Periodista, comunicador y publirrelacionista.

@AlexRdgz

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