Por Carlos J. Pérez García
Aquí, donde lo vemos ahora, cada día menos estable y más pobre, más dividido y confundido, bastante mal comandado por sinvergüenzas o incompetentes. Verlo de arriba a abajo, en sus tiempos más difíciles, con dudas y sin respuestas cuando siempre ha sido ‘el país del futuro’. De hecho, lo fue a través de siglos pero ya empezamos a creer que eso nunca llegará, que México tendrá más historia (triste y honrosa) que porvenir o expectativa viable.
Miren, en este tercer año del gobierno Federal se ven claras las dificultades que enfrenta nuestro país. Son pocas las buenas perspectivas (muchos dicen que no hay ninguna) y son demasiadas las frustraciones o las pésimas proyecciones. Esto suele suceder en las elecciones de medio sexenio, cuando el partido en el poder muestra un lógico desgaste en su ejercicio e incumple las expectativas que generó en la campaña anterior. Se ha perdido credibilidad en todas las promesas de cambio o transformación.
En el gobierno no parecen entender el Estado de Derecho ni su papel fundamental, pues hay un abismo entre los formalismos y la cruda realidad con sorpresas cada vez más negativas. En las obligaciones se exceptúa a los cercanos con una idea muy personal de “justicia” por encima de la ley, y un movimiento popular que esgrime su difusa idea de transformación que mantiene viva la impunidad, lo cual no deja de incentivar el crimen y la corrupción.
Algunos pueden tener una fe ciega en ese movimiento, pero llama la atención que distinguidos abogados se hagan tontos ante los ataques a jueces y amparos o el probable carácter inconstitucional de las extensiones de mandato. Tal vez no quieran perturbar objetivos superiores, o sólo mostrar su lealtad a prueba de cualquier argumento, ya que no se ven tantos Porfirio Muñoz Ledo o Juan Pablo Gómez Fierro.
Igual varios médicos y economistas guardan silencio ante los atentados al más alto nivel contra sus profesiones, si bien hay aquí más rechazos a las barbaridades en la gestión del Covid-19 o en la política económica. Junto a la ineficacia y el empobrecimiento, esto puede o no interesar a quienes son asediados con la renovación de esperanzas y la usual demagogia populista, pero las elecciones abren oportunidades de cambio a partir de cualquier resultado.
Esto generará optimismo pues el líder ve que gobernar es más complicado de lo que suponía y tiene que convencer a otras fuerzas, en tanto que la oposición ha de pasar del pasmo al reconocimiento de que no va a tener pronto el poder. El entendimiento traerá salidas si aleja un poco la soberbia y la necedad, para ir del actual gerundio (estamos intentando) al logro de metas más modestas.
La 4T y la anti- 4T deben aprender de lo andado y de lo que se va a evaluar en las urnas, para asimilar también que hay un “pueblo” muy grande y muy pobre, por una parte, al igual que diversos países o mercados a considerar con la participación de la sociedad y del estado, por otra parte. Están tan mal las cosas, que lo que venga habrá de ser mejor… menos obsoleto y más progresista.
* TRATO DE ESCRIBIR MENOS del presidente en forma específica, aunque me resulta difícil por sus reiterados desfiguros o por las cada vez más frecuentes preguntas en cuanto a una posible demencia asociada a senilidad, y debo precisar aquí lo siguiente: Muchas de sus ideas vienen de cuando era joven y resalta que no las haya cambiado o actualizado… esas ideas son más antiguas que él y durante años ha acumulado errores o resentimientos, que acrecientan aún más su necedad.
Es unos años menor que yo, pero se le suele ver mucho más viejo, tanto físicamente (posible progeria y otros síndromes) como mentalmente. Ha bromeado que lo corrieron en terracería y, a su vez, le quedó la idea de que llegó al poder después de lo que parecía lógico y esto agrega elementos de frustración y revanchismo.
Sus 67 años no tendrían por qué considerarse demasiados si uno aprecia la gran lucidez de líderes de mayor edad como Muñoz Ledo (87 años) Slim (81) y Biden (78), o algunos de su misma edad (66-68 años): Merkel, Putin y Xi Jinping.
* SIENTO MUCHO LA PARTIDA de Pepe Garfias, un tipazo muy querido y respetado en la sociedad y la ganadería de toros de lidia. Acompaño con cariño a su esposa, Isabel Montero de Garfias, a su hija Isa y demás familiares.
@cpgarcieral